Arturo Reyes Isidoro
El miércoles pasado di por hecho que el nuevo dirigente estatal de Morena será Esteban Ramírez Zepeta, actual presidente en funciones del Comité Ejecutivo Estatal (CEE).
Basé mi afirmación en que di por hecho que la mayoría de los congresistas que resultaron electos en las asambleas distritales el 30 de julio pertenecen a la corriente política del gobernador Cuitláhuac García Jiménez.
Dije entonces que tres serían sus grandes retos: cerrar las heridas que quedaron luego de la elección y buscar la unidad interna, abrirse a la pluralidad de su partido y no ser presidente solo para los intereses del gobernador, y hacer de Morena un verdadero partido, porque solo ha sido un movimiento de tribus que no acaba de estructurarse como una verdadera organización política.
Porque así decía la convocatoria original, dije que la elección sería el 6 de agosto, pero luego se me aclaró que hubo una modificación y la celebración del congreso estatal se pasó para el próximo sábado 13.
Ahora parece que le ha surgido un cuarto reto, que debe resolver de inmediato con su jefe político el gobernador, porque entre los morenistas hay la fuerte sospecha de que el secretario de Gobierno, Eric Cisneros, buscará quedarse con la presidencia y desplazarlo.
Hasta ahora se consideraba que la disputa por la dirigencia estatal le vendría del grupo político del delegado federal de Bienestar, Manuel Huerta, a través del diputado federal Jaime Humberto Pérez Bernabe, pero parece que la verdadera amenaza la tiene en el propio palacio de gobierno.
En la administración estatal y en Morena no es ningún secreto que hay malquerencia de Cisneros para con Zepeta y con todos los de su corriente que jalan juntos, como el presidente de la Junta de Coordinación Política del Congreso local, Juan Javier Gómez Cazarín.
Impuso a la mayoría de los congresistas que decidirán
La fuerte sospecha del posible albazo tiene su base en que por encima de todo y de todos del equipo del gobernador –del propio Zepeta y, por ejemplo, hasta del secretario de Educación, Zenyazen Escobar García–, con todas las malas artes de la política que ya aprendió muy bien el secretario de Gobierno, haciendo uso y abuso de todos los recursos de los que dispone, impuso a la mayoría de los congresistas que decidirán el nuevo CEE.
Un ejemplo muy ilustrativo de ello, por ejemplo, es el distrito de Pánuco, en la Huasteca Veracruzana, donde de diez congresistas que fueron elegidos (cinco mujeres y cinco hombres), impuso a ocho y solo entraron dos que le son leales al gobernador: el diputado local Luis Fernando Cervantes Cruz y su esposa la alcaldesa de Pueblo Viejo, Valeria Nieto Reynoso.
Y dicen que son diferentes. A los dos los trataron de bloquear al peor estilo hamponesco, echando espinas metálicas ponchallantas al paso de los vehículos que llevaban a sus simpatizantes a votar a Pánuco, pero no sabían que tenían un plan B y que habían enviado a otro fuerte grupo a votar a la casilla de Ozuluama. Solo así pudieron obtener una posición.
Desde el día de la elección, hasta ahora nadie ha informado en forma oficial cuáles fueron los resultados reales de la votación, pero entre los morenistas dan por hecho que Cisneros impuso su ley del más fuerte y que tiene la mayoría de congresistas, que pondrían en peligro la viabilidad de Zepeta para obtener la presidencia de su partido.
En la Huasteca, ni Zenyazen ni Zepeta pudieron colocar uno solo
Un hecho que llamó la atención entre los huastecos fue que no obstante que envió operadores con suficientes recursos para operar (o al menos eso aseguraban), el secretario de Educación Zenyazen Escobar García no pudo imponer un solo delegado, ni el mismo Zepeta tampoco, por lo que quedaron a merced del secretario de Gobierno.
Será cuestión de estar atentos el sábado para saber si Esteban va solo a la contienda o si se inscriben otros, el mismo Pérez Bernabe, del grupo de Manuel Huerta, o el tapado de Cisneros, y quién se hace no solo de la presidencia sino de la mayoría de las carteras del Comité Ejecutivo Estatal.
Si el secretario de Gobierno se impone, entonces la dirigencia estará al servicio solo de los intereses de su candidata a la gubernatura Rocío Nahle. Una cosa cierta: en Morena están divididos y el resultado del sábado puede ahondar la división entre sus filas (no me extrañaría para nada que terminaran a sillazos).
Haber apresurado la Ley Nahle, mala estrategia
Falta un año para la primera encuesta de Morena que definirá quién será el candidato de ese partido, hombre o mujer, a la gubernatura del estado en 2024.
Nadie tiene duda alguna que la candidata del gobierno de Cuitláhuac García Jiménez es la zacatecana secretaria de Energía Rocío Nahle.
Tampoco, que todos los recursos de la administración estatal están volcados hacia ella, en una contienda dispareja desde el arranque respecto al resto de aspirantes, incluidos otros interesados del propio gobierno.
En realidad, nadie debe mostrarse sorprendido porque, además, desde siempre se ha sabido de la simpatía y el abierto apoyo oficial hacia la señora.
Lo que vino a reconfirmar la intención de imponerla a toda costa fue el apresuramiento de la aprobación de lo que hoy se conoce como la Ley Nahle, una reforma constitucional para permitirle contender porque no es veracruzana.
Con ello, el gobierno dejó patente también que hará uso de todos sus poderes para intentar legitimarla como veracruzana, aunque por más que hagan y digan, el pueblo jarocho, con la excepción de los diputados que votaron a favor, incluidos tres desleales y traidores del PAN, el pueblo veracruzano en su mayoría no dejará de considerarla cachirula.
Desde el momento mismo de la aprobación de la Ley Nahle, las críticas no se hicieron esperar y no han cesado, y creo que no van a cesar.
Reacciona el Gobernador a las críticas; quiere calmar las aguas
Ayer el gobernador no se aguantó las ganas de reaccionar y en su conferencia de prensa dijo que solo los opositores la ven como gobernadora cuando todavía ni candidata es, y que: “Ya desde ahorita le tienen miedo”.
Su alusión al tema es prueba de que ha estado al tanto de la reacción negativa que desató haberle confeccionado un traje a la medida para tratar de enjaretársela a los veracruzanos como gobernadora y dio la idea de que quiere calmar las aguas al expresar: “Tranquilizarlos y decirles, cada quien en lo suyo”, tratando de justificar con ello que le estén organizando foros en su calidad de secretaria de Energía, para balconearla.
La aprobación de la Ley Nahle vía fast track, o sea, en chinga (en español alvaradeño), confirmó una vez más que tienen todo el poder por el mango y que pueden hacer con él lo que se les antoje, cuanto se les antoje y cuando se les antoje.
La pregunta entonces es: ¿para que apresurar su aprobación y exponer muy temprano a la percha del traje a un desgaste innecesario cuando pudieron haber corrido la fecha hasta el límite, pudieron haber seguido organizándole foros propagandísticos y mantenido en suspenso a los electores dejando en duda su viabilidad, poniéndola a salvo de críticas y señalamientos de los votantes y, claro, de sus opositores?
La expusieron como en el juego “Péguele al Negro”
Ahora sí, como en el juego “Péguele al Negro” de la feria de los pueblos, la expusieron muy pronto en el círculo de la imagen del negrito para que todos le tiren las bolas al rostro para pegarle, que muchas fallarán pero otros no, que para cuando llegue el día del santo patrón ya nadie reconocerá esa cara de tan golpeada que va a estar.
¿Quién le aconsejó al gobernador que dieran el paso? Quien haya sido, los aspirantes del propio gobierno están felices, y ya ni se diga los de la oposición. Desde adentro mismo les están facilitando fortalecer sus aspiraciones con la idea de que para agosto de 2023, cuando se celebre la primera encuesta, la zacatecana, candidata oficial del cuitlahuismo, estará muy desgastada y maltrecha.