Los efectos del calentamiento global y la contaminación humana generarán desastres agudos, explicaron a El Heraldo Digital expertos
Recientemente expertos de la Universidad de Cambridge aseguraron que el calentamiento global podría desencadenar una guerra nuclear, una crisis financiera o una pandemia de extinción en menos de 50 años y también se dio a conocer que la Tierra se enfrenta a una muerte masiva de especies desde este año a 2100, la cual podría acabar con más de una cuarta parte de la biodiversidad mundial, según cálculos de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza.
Para tratar de entender las repercusiones de la crisis climática, así como si las preocupaciones de algunas personas son fundamentadas o no, El Heraldo Digital platicó con Samantha Diana Jaime Muñoz, docente de Biología, Ecología, Geografía y Química, en Bacalar, Quintana Roo.
La extinción masiva es una realidad
Jaime Muñoz sostuvo que las tasas de extinción actualmente son mucho mayores a las que ocurrieron antiguamente considerando la escala geológica, sin embargo, anteriormente sucedían por condiciones o cambios naturales, en la actualidad los procesos se han visto acelerados por la intervención humana.
“Los seres humanos metemos una presión extra en los ecosistemas, entonces la extinción se acelera… Por ejemplo lo que ocurrió con los búfalos en Estados Unidos en cuanto empezaron a cazarlos, lo que hizo que desapareciera la población… Además, el problema se agudiza por el cambio climático, cuyos efectos son bastante dramáticos en los ecosistemas”, refirió.
Hay que recordar que la Tierra se ha enfrentado a cinco extinciones masivas a lo largo de su existencia.
La temperatura se ha elevado
Los ocho últimos años fueron los más cálidos jamás registrados, confirmó esta semana la Organización Meteorológica Mundial (OMM), pese a la persistencia del fenómeno de La Niña que permitió moderar de forma temporal los efectos del calentamiento climático.
Los seis principales datos internacionales compilados por la OMM apuntan a las mismas causas: «las concentraciones cada vez más elevadas de gas de efecto invernadero y el calor acumulado», señala la organización de la ONU en un comunicado, que confirma las conclusiones del programa europeo sobre el cambio climático Copernicus, publicadas esta semana, y las de la oficina meteorológica de Estados Unidos (NOAA) y la NASA, difundidas también este jueves.
En 2022, la temperatura mundial media fue de alrededor de 1.15 ºC por encima de los niveles preindustriales, según la OMM. Y el año pasado fue el octavo consecutivo en el que las temperaturas anuales mundiales eran superiores en al menos un grado a los niveles observados entre 1850 y 1900. De los ocho últimos años, el más caluroso fue 2016, seguido de 2019 y 2020.
Un potenciador negativo
Samantha Jamie considera que el cambio climático es un potenciador de los problemas, el cual a su vez empeora por la actividad humana:
“Desde la revolución industrial se aceleró la emisión de gases de efecto invernadero, ahora se habla de que ya solamente podemos mitigar y adaptarnos… Sí es preocupante porque los efectos generarán desastres agudos… Para el 2050 percibiremos una forma más dura el cambio climático y habrá migraciones por la desaparición de territorios por el aumento del nivel del mar tras el descongelamiento de los casquetes polares”.
Precisó que hay tanto dióxido de carbono actualmente en la atmósfera que el mismo planeta es incapaz de distribuir los excedentes, además de que la sobreproducción de otros gases como el metano no ayudan, “a grandes rasgos es lo que está provocando los cambios en los patrones climáticos”.
Los océanos lo resienten
Los océanos del mundo, que absorben la mayor parte del calor provocado por el cambio climático, registraron nuevos récords de calor el año pasado, según un estudio. «Los océanos continúan calentándose a nivel mundial», explican los autores de este informe internacional, publicado en la revista Advances in Atmospheric Sciences.
«El aumento inexorable de las temperaturas oceánicas es el resultado inevitable de un desequilibrio energético de la Tierra, asociado principalmente con una creciente concentración de gases de efecto invernadero», explican los 24 autores del informe, pertenecientes de universidades estadounidenses, chinas e italianas.
Los océanos absorben más del 90% del exceso de calor provocado por los gases de efecto invernadero generados por la actividad humana. «La tendencia al calentamiento en todo el mundo es tan regular y robusta que cada año se baten récords», alertan esos expertos pertenecientes a 16 centros de investigación.
Las especies marinas sufrirán
El calor total contenido en los océanos entre la superficie y una profundidad de 2 mil metros aumentó el año pasado en 10 zettajulios, es decir, 1 julio (medida básica de calor) seguido de 22 ceros. Esa cifra equivale aproximadamente a 100 veces la producción de electricidad en todo el mundo en 2022.
El calentamiento de las aguas oceánicas conlleva un aumento de su salinidad y de su estratificación (la separación en distintas capas). Eso significa que crece la acidez de las aguas, y paralelamente, que no se mezclan con tanta facilidad. Ambos fenómenos pueden alterar los intercambios de calor, carbono y oxígeno entre los océanos y la atmósfera, lo que a su vez tiene consecuencias en la vida marina y los ciclos del agua.
Una extinción masiva sería terrible
La catedrática mexicana Diana refirió que en la actualidad se desconocen las consecuencias de una extinción masiva, porque las condiciones para nada son similares a las de milenios atrás cuando también hubo eventos similares.
“En otras eras geológicas conforme se iban extinguiendo las especies, había algunas otras que podían cubrir ese nicho… actualmente si desaparece alguna especie habría un efecto muy negativo, principalmente porque no tenemos todo el tiempo geológico para que esto vuelva a salir adelante porque nosotros sentimos el cambio de forma inmediata”, reflexionó.
Indicó también que todas las especies, aunque parece que no estén vinculadas realmente lo están y de manera muy estrecha, “hay una preocupación porque no realmente no sabemos qué va a ocurrir en caso de que las especies sigan desapareciendo a este ritmo”.
Y las consecuencias son reales, en 2022, «estuvimos confrontados a varias catástrofes meteorológicas dramáticas que causaron demasiadas víctimas, destruyeron medios de subsistencia y socavaron el acceso y las infraestructuras en materia de salud, alimentación, energía y agua», denunció el jefe de la OMM, Petteri Taalas, en el comunicado.
En términos económicos, causaron daños valorados en 270 mil millones de dólares en 2022, año marcado por el huracán Ian en Estados Unidos, pero las pérdidas fueron inferiores a las de 2021, según una estimación publicada el martes por la reaseguradora Munich Re. En 2021, las pérdidas mundiales habían sido de 320 mil millones, según las estimaciones del grupo alemán.
Son señales de alarma
Jaime considera que los medios son fundamentados, pero no se debe caer en el fatalismo, “estas son advertencias, es como si el planeta dijera ‘ya no resisto más… Necesito un respiro”. Además de que cree que debe haber un cambio en el sistema económico (capitalismo) y cultural para llegar a evitar la tragedia.
“Se debe modificar cómo nos relacionamos con el medio ambiente, ya que ahora el humano tiene un pensamiento extraccionista: ‘se dice voy a tomar todo, esto es mío, mi propiedad privada y lo explotaré a mi gusto’. A largo plazo pagaremos factura por eso… Todo es para privilegiar las ganancias… Es momento de replantearnos estas cosa”.
Existe un compromiso, pero ¿será suficiente?
Luego de años de negociaciones el mundo alcanzó un acuerdo histórico para proteger las especies en peligro de extinción y los ecosistemas en la cumbre de la ONU, COP15. La piedra angular del acuerdo es el llamado objetivo 30 por 30, una promesa para proteger el 30% de la tierra y de los océanos del planeta para 2030, en comparación con aproximadamente el 17% de la tierra y el 7% de los océanos que están protegidos actualmente.
Según informes, algunos países se opusieron al objetivo de los océanos pero se logró incluirlo en el texto final. Expertos consideraron que un 30% es un objetivo bajo, e insistieron en que una protección del 50% de las aguas habría sido mejor. En el tratado también hay aspectos como los derechos a comunidades nativas a seguir siendo los administradores de las tierras que usan y garantizar que no son objeto de desahucio en nombre de la conservación.
También se contempla que los países ricos provean «al menos 20.000 millones de dólares anuales para 2025» y «al menos 30.000 millones para 2030», aproximadamente el doble y luego el triple de la actual ayuda internacional para la biodiversidad. Se fijaron esfuerzos para «reducir los riesgos generales de los pesticidas y de los químicos altamente peligrosos a al menos la mitad».
De igual modo, pese a los temores de un «lavado verde» en las cumbres medioambientales, varios delegados y observadores afirmaron que las empresas jugaron un rol ampliamente positivo en la COP15. Pero otros acusaron la falta de reglas estrictas para que las empresas evalúen y reporten sus impactos sobre la biodiversidad. En vez de eso, el acuerdo apenas insta a los países a «animarles» a que lo hagan.
Sin embargo, activistas denunciaron que el texto de la COP15 no contenía suficientes «hitos» para marcar los avances. Por ejemplo, el texto dice que hay que parar la extinción provocada por la actividad humana de especies amenazadas, y para 2050, reducir diez veces la tasa de extinción de todas las especies, pero no están los objetivos que los países deben alcanzar antes de ese año.