LATINUS
Por Amado Azueta
Elementos del Instituto de la Policía Auxiliar y Protección Patrimonial para el Estado de Veracruz (IPAX) denuncian que, en medio de la inseguridad que azota a la entidad, sus condiciones laborales han empeorado.
No sólo deben combatir a los grupos del crimen organizado, también se enfrentan a pésimos salarios, bajas prestaciones, horarios extenuantes, acoso laboral y equipo deficiente.
Por estos motivos, desde hace meses han solicitado ayuda a través de redes sociales y enviado cartas al presidente Andrés Manuel López Obrador y a la Procuraduría Federal de la Defensa del Trabajo para terminar con una serie de irregularidades, pero hasta el momento no han tenido respuesta.
Desde 2005, la policía auxiliar de Veracruz es una empresa paraestatal que cuenta con ocho mil 634 elementos operativos y ofrece servicios de seguridad a compañías, dependencias estatales y gobiernos municipales.
Un grupo de policías entrevistados por Latinus, quienes pidieron el anonimato por temor a represalias, aseguraron en entrevista que los problemas laborales se han profundizado en la primera quincena de enero al no recibir el aumento salarial de 39% que en noviembre prometió el secretario de Seguridad Pública de Veracruz, Cuauhtémoc Zúñiga Bonilla.
De acuerdo con los inconformes, a un elemento operativo del IPAX le pagan 179 pesos por un turno de 12 horas, no hay pago de horas extras y en ocasiones se les ordena trabajar hasta tres días seguidos.
Estos pagos contrastan con lo que el IPAX factura, por ejemplo: en 2021 el Sistema para el Desarrollo Integral de la Familia (DIF) estatal le pagó 7 millones de pesos por el servicio de seguridad con 26 elementos, cobrando 341 pesos diarios por el servicio de cada uno.
Los ingresos totales del IPAX en 2021 fueron de mil 224 millones de pesos, de acuerdo con la Cuenta Pública de ese año.
La página electrónica del IPAX presume que cumple con altos estándares de calidad y niveles éticos de desempeño; sin embargo, los policías entrevistados por Latinus denunciaron que reciben entrenamiento durante dos o tres días y de manera inmediata son puestos en servicio con armas de fuego. Muchos no conocen los principios básicos de tiro ni de manejo de armas.
También hay policías que denuncian que cuando se acerca un grupo criminal a presionarlos para que favorezcan algún ilícito, prefieren renunciar a su encargo o, tras amenazas, se ven obligados a entregar sus armas.