Insonoros e imperceptibles la voz de Dios y gritos de los pobres: Iglesia Católica

Insensibilidad se ha domiciliado en todos los niveles de la vida de nuestra sociedad, urge formar una verdadera comunidad en donde nos escuchemos de verdad.

Irineo Pérez Melo.- La insensibilidad se ha domiciliado en todos los niveles de la vida de nuestra sociedad hasta el grado que, cada vez más, son insonoros e imperceptibles la voz de Dios y gritos de los pobres, aseguró la Arquidiócesis de Xalapa, al iniciar las celebraciones litúrgicas con motivo de la Cuaresma
En el comunicado dominical emitido por la oficina de Comunicación Social de esta Asociación Religiosa, se invita a participar en estas festividades para ir al encuentro de Dios y de los demás para formar una verdadera comunidad, en la cual todos tengamos la oportunidad de escucharnos de verdad.
Se destaca que sigue siendo una asignatura pendiente para todos generar un ambiente positivo para escucharnos, por lo que “esta invitación cuaresmal a dejarnos transformar por la fuerza y la alegría del amor de Cristo, permite a todo creyente salir del autismo espiritual”, se añade.
Dios nos hace oír su voz en nuestra conciencia para que vayamos al encuentro y a la escucha de los demás que padecen hambre y necesidad de todo tipo, se indica.
“La Cuaresma, con toda su riqueza espiritual y ritual, es verdaderamente una iniciativa de Dios que nos posibilita, interior y exteriormente, para dejarnos conducir por Él a un lugar desierto y elevado, distanciándonos de las mediocridades y de las vanidades”, se señala.
Además, se menciona que este lugar elevado es un tiempo especial de gracia y una invitación abierta para que todos nos sintamos una verdadera comunidad solidaria, en la que todos disfrutemos de los beneficios y afrontemos juntos todas las problemáticas sociales que están presentes todavía en nuestra sociedad veracruzana.
La Cuaresma es un tiempo fuerte por dos razones. Primero, porque es grande el acontecimiento salvífico que se celebra: El misterio de la entrega de Cristo por amor al hombre. Segundo, porque es igualmente mayor el empeño y la dedicación que se le pide a todo bautizado en su lucha contra el mal y en su solidaridad con los más necesitados de la sociedad.
Por ambas razones, la Cuaresma es la iniciativa primera y fundamental de Dios que invita a toda persona a “subir a un monte elevado” junto con Jesús, para vivir, como Pueblo santo de Dios, una experiencia comunitaria de encuentro y liberación amorosa (Mt 9,1-9).
Aparece claro que lo único que puede vitalizar y reformar las decadentes estructuras de nuestra sociedad es la alegría del amor de Cristo, que padece, muere y resucita por todos lo que lo aceptan. Es la atracción y la vivacidad del amor de Cristo lo que puede transformar a toda persona para ser lo que debe ser.
Recibamos esta Cuaresma con alegría y gran esperanza porque será una gran oportunidad invaluable para caminar juntos como una sociedad fraterna y solidaria, se señala por último.