De esta manera se pueden superar la humillante pobreza y la violación de derechos humanos por parte de quienes la deberían promover y custodiar: Iglesia Católica.
Irineo Pérez Melo.- La Arquidiócesis de Xalapa planteó que a través de la verdad y de la justicia hacer posible un estilo de vida centrado en la dignidad para superar la humillante pobreza de millones de mexicanos y la violación constante de derechos humanos por parte de quienes los deberían de promover y custodiar.
En el comunicado dominical emitido por la Oficina de Comunicación Social de esta asociación religiosa, se destaca que toda persona se degrada y desvía cuando ella quiere, única y exclusivamente, ser creadora de sí misma sin la ayuda de la fuerza y sabiduría divina.
Refiere que la fiesta de Pentecostés nos da el Espíritu para buscar caminos de vida juntos, sin excluir a nadie, ya que es la fiesta litúrgica que evoca y convoca la misma acción vivificante del Espíritu Santo sobre la vida y misión de la Iglesia.
“Hagamos de Pentecostés la fiesta de la comunión de talentos y recursos humanos y espirituales para vivir un nuevo estilo de vida centrado en la dignidad de la persona y en la necesidad del amor divino”, se añade en el comunicado signado por el presbítero Juan Beristaín de los Santos, vocero de la Arquidiócesis de Xalapa.
Pentecostés es el acontecimiento salvífico que renueva y recrea a toda la comunidad de creyentes, para que den vida a todas las estructuras sociales, económicas, culturas y políticas con el anuncio vivo de Cristo resucitado mediante el Evangelio.
El Espíritu donado por Cristo, Nuestra Pascua, es el principio de la nueva creación y de la nueva humanidad. El Espíritu donado por Cristo hace posible y viable una renovación de todas las caducas estructuras sociales de nuestra nación mexicana. El desarrollo económico solo y exclusivo no es el camino para salir adelante con todas las problemáticas que vivimos hoy en Veracruz. Es también necesario el desarrollo ético y solidario de todas las personas de la sociedad para alcanzar un crecimiento sustentable. La ética y la economía deben unirse, otras dimensiones son necesarias, por la fuerza del Espíritu para instaurar una sociedad más solidaria y amigable.