Todos estamos llamados a socorrer y buscar el desarrollo de las personas que sufren en carne propia la pobreza y la exclusión de las riquezas.
Irineo Pérez Melo.- Al señalar que no hay programa de promoción humana que haya podido reducir la cantidad de personas que necesitan del apoyo integral en México, la Arquidiócesis de Xalapa sostiene que siempre tendremos la posibilidad de acabar con el incremento del número de personas cada vez más pobres.
Lo anterior se desprende del comunicado dominical emitida por la Oficina de Comunicación Social de esta asociación religiosa, en donde se destaca que todos “estamos llamados a socorrer y a buscar el desarrollo de muchas personas que sufren en carne propia la pobreza y la exclusión de las riquezas”.
“Los cristianos con su fe en Cristo deben inspirarse en la cruz para poder decir con el corazón: “Te saludamos, Cruz Santa, única esperanza nuestra’”, refiere el documento signado por el presbítero Juan Beristain de los Santos, director de la Oficina Comunicación Social Arquidiócesis de Xalapa.
“Así lo decimos en la Iglesia, cuando vivimos un tiempo de sufrimiento, que es bueno que nos dediquemos a la contemplación de los amargos sufrimientos de Nuestro Señor Jesucristo. La cruz de Cristo nos hace y nos hará personas nuevas para luchar por la justicia y la paz”, se añade.
En el comunicado se menciona que la fe y la búsqueda del bien común van de la mano. Las condiciones favorables para vivir con dignidad cada día se llaman bien común.
Las circunstancias adversas que se viven durante este tiempo de crisis no pueden dejar tranquilo al discípulo de Jesucristo. Él mismo siempre tuvo como programa de vida atender a todos los necesitados de su tiempo y lograr que buscaran una vida digna con la implantación del Reino de Dios, refiere.
Sostiene que el amor de Dios y su pasión por el Reino de los Cielos empujaban a Cristo para estar al pendiente de cualquier necesidad de las personas que andaban vulnerables en la vida. Muchos pasajes evangélicos nos refieren la gran capacidad de respuesta de Jesús para dar su vida por la gente más necesitada; él entregó su vida en la cruz para la salvación eterna y lograr una vida más plena para todos los hombres y mujeres de cada país y sociedad.
“El creyente necesita imitar a su maestro en su programa de vida. El cristiano solo y sin fe no puede hacer mucho por los demás. Es imprescindible que celebre una fe y la transforme en oración, para que pueda hacerla realidad en favor de las personas más vulnerables”.
Por eso, Santa Edith Stein recomienda poner la fe y la vida en el árbol de la cruz: “Gracias al poder de la cruz puedes estar presente en todos los lugares del dolor a donde te lleve la caridad compasiva, una caridad que dimana del Corazón Divino, y que hace capaz de derramar en todas partes su preciosísima sangre para mitigar, salvar y redimir”.
El poder del amor en la cruz hace posible estar con los excluidos y marginados para darles esperanza de vida y aliento en todo momento, se señala por último.