Laika, la perrita que la Unión Soviética envió al espacio

Hace 67 años, la Unión Soviética envió al espacio al primer mamífero.

EL IMPARCIAL

El 3 de noviembre de 1957, la Unión Soviética envió al espacio al primer ser viviente; una perrita callejera que el grupo de cosmonautas y científicos había recogido de las calles de Moscú.

Anteriormente, el 4 de octubre habían puesto en órbita al Sputnik 1. El satélite había logrado orbitar alrededor de la tierra, pero los científicos soviéticos deseaban hacer algo grande para el aniversario de la revolución bolchevique, a pedido del primer ministro de aquél entonces, Nikita Khrushchev.

Los ingenieros querían poner una marca más dentro de la carrera espacial y alejar aún más a Estados Unidos de estos logros. Fue entonces cuando la idea de enviar un ser vivo al espacio se gestó y precedió todas las investigaciones que llevaron a los humanos al espacio años después.

Anteriormente se habían enviado a otros perros callejeros a misiones que no llegaban a salir de la órbita terrestre, y que habían sido exitosas y cuyas naves les habían permitido regresa a salvo.

El asunto era que la misión debía de cumplirse dentro de ese año, justo para el aniversario y los ingenieros no tendrían el tiempo para hacer una nave que regresara con su tripulante canino a salvo. Independientemente de todo, algo estaba muy seguro: el canino que se escogiera para esta misión, no iba a sobrevivir.

La cosmonauta canina fue entonces Laika (la ladradora) una mestiza de dos años, de color claro.

Laika fue escogida por su tamaño pequeño para poder entrar en la cabina del satélite, su pelaje color claro que les permitiría a los científicos observarla dentro de la cabina, y principalmente por el carácter tranquilo y dócil de Laika, acostumbrada a los ruidos fuertes y a los confinamientos pequeños.

Una noche antes del lanzamiento, Vladimir Yazdovsky, físico del programa espacial llevó a Laika a su casa, para que tuviera una última noche terrenal como la de cualquier otro perro. Los hijos de Yazdovsky jugaron con Laika esa noche, como un último gesto de amabilidad con la pequeña cosmonauta.

Laika murió a las horas del despegue, debido a un paro cardiaco provocado por el sobrecalentamiento de la cabina y el estrés que provocó el vuelo en la canina. Los informes oficiales habían dicho que Laika había sido eutanizada después de unos días en órbita cuando el oxígeno empezara a agotarse y así evitar su sufrimiento, pero después de la caída de la Unión Soviética, los miembros del programa espacial revelaron que en realidad Laika había agonizado por horas.

La misión de Laika no solo fue significativa en términos de avances tecnológicos, sino que también generó un debate ético y una reacción emocional global. Con el tiempo, se convirtió en un símbolo de sacrificio y del papel que los animales jugaron en la exploración espacial. El 11 de abril de 2008, Rusia inauguró un monumento en su honor; un pequeño homenaje a esta perrita callejera que, sin saberlo, hizo historia al abrir camino hacia la exploración espacial.