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Convocados por la Iglesia, cientos de miles de nicaragüenses se toman las calles del país exigiendo paz y el fin del régimen. Los obispos advierten a Ortega que no puede haber diálogo sin garantías
“Las mañanitas” sonaron de boca de cientos de miles de nicaragüenses para agasajar a Silvio Báez, el obispo auxiliar de Managua que cumplía años, elevado a héroe en este país después de que este sacerdote se pusiera al frente de la respuesta a la represión y violencia desatada por el régimen de Daniel Ortegatras las masivas manifestaciones que exigen el fin de su mandato y que según el más reciente recuento del Centro Nicaragüense de Derechos Humanos ha dejado ya 41 muertos. “¡Qué los cumpla feliz, qué los cumpla feliz!”, gritaba la masa, convocada en Managua por la Iglesia para manifestarse por la paz, pero convertida en una gigantesca manifestación que exige el fin de 11 años de autoritarismo y corrupción en una inédita demostración de fuerza contra el Gobierno, que a algunos nicaragüenses hacía recordar los últimos días del régimen comunista en Polonia.
“¡Queremos la paz, queremos la paz!”, gritaban decenas de miles de nicaragüenses que se trasladaban por la céntrica Carretera a Masaya hacia la Catedral Metropolitana, donde la Conferencia Episcopal realizó una liturgia. Si bien la convocatoria la hicieron los obispos, en esta manifestación marcharon feministas, homosexuales, familiares de los asesinados en la represión contra los manifestantes y miles de campesinos que desde horas de la madrugada salieron de sus comunidades montados en camiones hacia la capital. Ellos se oponen a la construcción de un Canal Interoceánico en Nicaragua, concesionado al empresario chino Wang Jing por Ortega. Pobres, ricos, obreros, religiosos, ateos, todos caminaron para demostrar hartazgo, exigir el fin de la violencia oficial y justicia para los muertos en una semana sin precedentes en la historia reciente de este país, que ya Julio Cortazar definió como “violentamente dulce”