Lorenzo Franco Aranda
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No. 702 19/05/18
– Nuestro agradecimiento al cronista de Poza Rica, Leonardo Zaleta Juárez, por compartirnos esta interesante reflexión de actualidad, titulada “Violencia o amnistía”.
A raíz del debate entre los cinco candidatos a la Presidencia de la República – celebrado el domingo 22 de abril- que más de veinte millones de mexicanos tuvimos oportunidad de seguir a través de la televisión, volvió al tapete de las discusiones el asunto de “buscar un diálogo para otorgar amnistía”, anunciado por Andrés Manuel López Obrador, candidato de MORENA y puntero en las preferencias electorales.
La propuesta, por demás interesante, quizás no estuvo bien sustentada; sin embargo, es una opción para abatir el caos que acosa a una sociedad secuestrada por los grupos delictivos desde hace por lo menos tres sexenios de distinta factura partidista. La lucha contra el narcotráfico y la delincuencia organizada ha sido larga, pesarosa y vana.
La amnistía “es el olvido de los delitos políticos, otorgado por la ley”. Es también una táctica de guerra que pretende la rendición del enemigo, cuando se advierten resultados deplorables, recursos desperdiciados, tráfico de armas, miles de bajas en la población civil y fama de ser uno de los países más peligrosos del mundo, con la consecuente caída de la economía y el turismo, por lo que la vox populi condena a los últimos gobiernos de ineptos.
Desde la época de la Colonia, los virreyes ofrecían amnistía a los guerrilleros insurgentes si deponían las armas y juraban no volver a combatir al gobierno.
Durante las turbulencias revolucionarias, el nuevo caudillo decretaba amnistía a los políticos o intelectuales que habían servido al anterior régimen, los cuales volvían del exilio.
Después de la matanza de estudiantes del 2 de octubre de 1968, cientos de estudiantes fueron recluidos en Lecumberri y otras prisiones, lo que llevó al presidente Luis Echeverría Álvarez a restañar heridas decretando amnistía, por lo cual los presos políticos recobraron su libertad en 1970.
Se dieron casos en que el gobierno decretó amnistía a campesinos humildes que se vieron obligados a sembrar mariguana en sus parcelas.
En este contexto, conviene recordar que en Medellín, Colombia, en 1984 se reunió el poderoso capo Pablo Escobar Gaviria (representante del 95 por ciento de los grupos delictivos) con el ex presidente Antonio López Michelsen.
Llegaron al acuerdo de que los grupos delictivos entregarían las pistas de aterrizaje, las flotas de aviones, las rutas a Estados Unidos, los laboratorios y destruirían los cultivos ilícitos, a cambio de purgar penas de cárcel razonables -y lo principal- evitar la extradición a los Estados Unidos, donde eran requeridos por la justicia.
Este acuerdo no se concretó porque las pláticas efectuadas en Panamá, fueron detectadas por la prensa y el gobierno colombiano -presidido por Rómulo Betancourt- se retractó de cualquier componenda.
Ante este escándalo, un juez de Florida (E. U.) emitió una orden de aprehensión contra Escobar, y en Bogotá, Colombia, se emitió otra en diciembre de 1984.
El poderoso narcotraficante secuestró a periodistas y empresarios; dinamitó edificios públicos y asesinó a rehenes, con el fin de obligar al gobierno a negociar.
A manera de tregua, el 12 de diciembre de 1986 la Suprema Corte desechó el acuerdo de extradición firmado en 1979, argumentando que no tenía valor porque había sido firmado por el Ministro de Gobierno, no por el presidente de la República.
En agosto de 1990, al asumir César Gaviria la Presidencia de Colombia, se dieron importantes secuestros que alarmaron a la sociedad. Fue así como se expidió el Decreto 2047, que ofrecía rebaja de las penas a quienes se sometieran a la justicia y la no extradición, a cambio de la confesión de delitos. Pablo Escobar exigió que la no extradición fuera precepto constitucional, no simple decreto.
Escobar liberó a los distinguidos rehenes el 20 de mayo y el día 22, el gobierno expidió el Decreto 1303, que recogió todas las exigencias jurídicas del capo. Lo autorizaron a que se recluyera en la cárcel de La Catedral que él mismo mandó construir, a todo lujo y satisfacción.
Pablo Escobar se entregó a la justicia el 19 de junio de 1991, porque sabía que la extradición sería eliminada de la nueva Constitución, ya que había financiado las campañas políticas de un buen número de diputados, por lo cual tenía quórum. Estuvo recluido en La Catedral con sus principales hombres durante más de un año. La criminalidad bajó.
Pero resulta que el poderoso cártel de Cali, Colombia, el 21 de julio de 1992 se alió con el ejército y un legendario comando yanqui para acabar con su vida.
Se inició un operativo con el señuelo de que “el ejército trasladaría a todos los presos a una base militar”. Escobar, que había previsto una vía de escape en la confortable prisión, se fugó.
Se emprendió la represión contra la familia Escobar entre enero y febrero de 1993. Pablo organizó una fuerza política radical a la que llamó “Antioquia Rebelde”, pero el ‘staff’ de sus buenos tiempos ya se había desintegrado.
Logró evadir a sus persecutores, hasta que el dos de diciembre de 1993 -al verse copado- terminó con su vida de un balazo en la sien.
Aunque a la amnistía los opositores peyorativamente la tildan de locura o “pacto con la delincuencia”, los expertos señalan que esta medida requiere una negociación escrupulosa para establecer compromisos que beneficien a las partes en pugna.
La rendición, juicio, sentencia, reclusión, exilio; el trato a familiares, el destino de los bienes, inversiones y dinero incautado en el país o en el extranjero, hasta el cumplimiento de la sentencia que permita a los reclusos reinsertarse en la sociedad.
El indulto presidencial –abundan- es la remisión de la totalidad o parte de una pena, de acuerdo al Artículo 89, fracción XIV, de nuestra Constitución.
La sociedad ya está harta de la incontenible ola de violencia, de fosas clandestinas. Miles de personas han perdido su patrimonio y la vida; se han ido a radicar a otra ciudad, han sido víctimas de secuestros, explotación sexual, extorsiones, pago de piso, sin que haya justicia o visos de abatir a los delincuentes. Prevalece la sospecha de que mantienen nexos y protección gubernamental.
Los mexicanos clamamos porque se restituya el estado de derecho y la gobernabilidad. El pueblo deplora su indefensión y desamparo. Ya es tiempo de que volvamos a recuperar el orden social y la paz pública, que son los bienes tutelados por el derecho. Si la amnistía puede ser una opción, habría que intentarla.
ATRIO DE LA CATERDRAL
– Agradecemos las atenciones del comunicador capitalino José Antonio Aspiros Villagómez, al enviarnos gentilmente su colaboración titulada “Con mezcal de honor, presentan un libro sobre Alejandro Avilés”.
Un periodista a quien todos sus colegas -muchos de los cuales primero fueron sus alumnos- recuerdan con cariño y gratitud, es Alejandro Avilés Inzunza (1915-2005) el profesor que impartió la primera clase cuando abrió sus puertas la prestigiada Escuela de Periodismo “Carlos Septién García”, el 31 de mayo de 1949.
El maestro Avilés, destacado poeta también, es un personaje de cuya calidad humana y profesional han dado testimonio precisamente a quienes primero aprendieron de él y luego, se convirtieron en sus pares.
Su biografía es ampliamente conocida, pero es tan vasta la huella que dejó, que no se agota fácilmente lo que puede decirse de él.
Por eso, una muestra de todo lo escrito por periodistas y amistades sobre el profe Avilés fue recogida a manera de antología en un libro presentado el jueves 17 de este mes y por ello, cobra actualidad el personaje.
Ya su obra poética completa fue concentrada en 2012, en el volumen “Los claros días”, que presentó su hija Rosario precisamente en “La Septién”.
Décadas antes, su libro “Don del viento”, del que toma su nombre un grupo formado por sus ex alumnos para evocar su memoria, había sido publicado por el Club Primera Plana.
Ahora Fred Álvarez y Leopoldo González, coordinadores del libro “Un grito contra nadie. Aproximaciones a la obra de Alejandro Avilés”, editado en 2016 por el Instituto Sinaloense de Cultura, han organizado la presentación del mismo en la Casa del Poeta Ramón López Velarde, ubicada en la colonia Roma de la CDMX.
Será una gran noche, porque habrá una tertulia poética musical que incluye “mezcal de honor” cortesía del maestro Juan Coronel, de Nochixtlán, Oaxaca, así como la lectura de poemas del maestro y canto de los mismos, ya que fueron musicalizados por su hija Eva María Avilés.
Solidaria desde hace décadas con su amigo Alejandro, y a pesar de su avanzada edad, asistirá y engalanará la reunión la también poeta y maestra Dolores Castro, autora de uno de los muchos testimonios que contiene “Un grito contra nadie”.
También estará presente el artista del diseño Gonzalo Tassier, quien no sólo elaboró a mano y con una tipografía de su creación, el diploma que otorgó “La Septién” a la generación de este tecleador, al concluir la carrera, sino también la portada de “Los claros días”.
A los coordinadores de “Un grito contra nadie” les pareció de interés incluir en sus páginas nuestro texto “Así recuerdo al maestro Avilés”, junto con los de doce destacadas plumas: Gabriel Zaid, Joaquín Antonio Peñalosa, Leopoldo González, Francisco Prieto, Dolores Castro, Juan Bolívar Díaz, Miguel Ángel Granados Chapa, Fred Álvarez, Hugo Gutiérrez Vega, Francisco Gómez Maza y Raúl González Schmall, además de un poema de Roberto Fuentes Vivar y la “obra poética inédita” del mismo Avilés.
González Schmall, por cierto, refiere en su trabajo una curiosa anécdota vivida con el “vochito” que tuvo el profe Avilés, aunque no sabía manejar, el cual conocimos porque en 1964 -cuando fue nuestro jefe en el semanario Mundo Mejor- nos pidió sacar la licencia de conducir para usarlo.
El texto del tecleador, incluido en el libro, fue escrito originalmente para el blog del grupo “Don del viento”, a invitación de su promotor, el periodista radiofónico Joaquín Gutiérrez Niño, quien por cierto perdió el hogar donde nació en Tonalá, Chiapas, a causa del sismo de septiembre de 2017 y ahora busca donativos para rescatar el archivo ‘Casa del Águila’, un acervo documental en distintos formatos que ahí guardaba con “testimonios de verdaderos valores locales y nacionales”, obtenidos gracias a su trabajo periodístico.
Difícilmente, Alejandro Avilés es un personaje desconocido para los lectores atentos. Pero no está de más decir que fue ante todo amigo, además de periodista, poeta, profesor, partidario de la democracia cristiana y militante del PAN, Partido del que se retiró, lo mismo que como director de su revista La Nación, por una crisis ideológica en sus filas.
Maestro primero y después el primer jefe de este tecleador en su debut profesional, Avilés también fue director de la Escuela “Carlos Septién García” y tramitó ante la SEP el reconocimiento oficial a la licenciatura en periodismo, un tema del cual se cupará la próxima entrega de esta serie. Entre tanto, un “mezcal de honor” entre música, poemas, amigos y recuerdos.
LENGUA EN MOLE DE OLLA
. Con el sugestivo nombre de “Con los de enfrente”, los periódicos capitalinos El Universal y Milenio Diario iniciaron el miércoles 16 de este caluroso mayo la trasmisión en televisión por internet de un programa con comentarios políticos de actualidad, a partir de las 20:30 horas.
– Tras superar exitosamente después de un padecimiento físico, se encuentra en franca recuperación el comunicador papanteco Primitivo López Herrera, quien es el corresponsal de Televisa en Reynosa, Tamaulipas.
– El próximo jueves 7 de junio conmemoramos en México el Día de la Libertad de Expresión, instituido en 1951 durante el penúltimo año de la administración del presidente Miguel Alemán Valdés, como muestra del agradecimiento de 128 editores de periódicos y revistas del país, por haber facilitado el suministro oportuno de papel, al instruir a sus colaboradores que dispusieran que todos los trenes de pasajeros fueran a la frontera norte para transportar las bobinas de esta materia prima comprada en Estados Unidos y Canadá.
Fueron organizadores de este festejo el coronel José García Valseca, de esta cadena periodística; el director de la revista Tiempo, Martín Luis Guzmán y el titular del diario Novedades, Rómulo O’Farril.
Por cierto, el Club de Periodistas de México -a través de su Delegación Veracruz- conmemora en Xalapa esta significativa efeméride con una comida en Xalapa a la que asiste un promedio de 400 comunicadores, donde la presidenta del CPM, Celeste Sánz de Miera y el delegado veracruzano Uriel Rosas Martínez, entregan varias distinciones a los asistentes.
– Combatir la corrupción y ahorrar entre 7 mil y 12 mil millones de pesos con un gobierno austero para establecer un Plan Integral de Seguridad y apoyar al campo y la educación, propuso el candidato a gobernador de Veracruz por la Coalición “Juntos Haremos Historia”, Cuitláhuac García Jiménez, durante el primer debate organizado por el OPLE.
El viernes 18 de este mes, bajo la dinámica moderada por los periodistas Luis Ramírez Baqueiro y Luisa Cantú Ríos, el candidato de los partidos MORENA, del PT y PES, explicó a detalle su Plan Integral de Seguridad, cuya política social abarca apoyo al campo, atención a jóvenes, aumento al salario de policías estatales y municipales, así como mayor eficacia y eficiencia entre las fuerzas federales y estatales.
De manera complementaria, García Jiménez se pronunció por un fiscal anticorrupción honesto y capaz, que no proteja a los funcionarios de gobierno, aun cuando sean parte de su administración.
Blanco de los ataques del resto de los candidatos participantes, quienes no lo superan en las encuestas, Cuitláhuac criticó los gastos suntuarios del actual mandatario estatal, que ahora su hijo quiere mantener: “Son 1,150 millones de pesos que los funcionarios gastan en sus lujos”.
– Hace poco el cronista pozarricense, Leonardo Zaleta Juárez, participó entre los presentadores del libro “Mis memorias”, del profesor jubilado Domingo González Díaz, ante una concurrida asistencia reunida en el auditorio de la Universidad del Golfo de México, campus Poza Rica.
Al respecto, Zaleta Juárez encomió el compendio de la vivencia del maestro oriundo de Huitzuco de Figueroa, Guerrero, egresado de la Escuela Normal Rural de Calería, Estado de México y de la de Tlaxcala, quien ha destacado como docente, dirigente sindical, funcionario municipal, cantante y futbolista, con sus amores, desamores, triunfos y fracasos.
Otros de los presentadores de esta obra fueron César Enrique González Martínez y Ulises Montes Gutiérrez, quienes se refirieron al estilo literario del autor, sencillo, ameno y coloquial.
En su oportunidad, el profesor González Díaz agradeció la presencia de sus amigos y familiares, quien dijo que “la vida no es lo que uno vive, sino como uno la recuerde”, evocando al escritor colombiano Gabriel García Márquez. También citó al pintor papanteco Teodoro Cano, cuando dice que “lo mejor es lo que no se escribe cuando redactas tus memorias”.
– En el marco de la convocatoria emitida en abril por el Poder Judicial del Estado para la selección de aspirantes a ocupar una de las 15 plazas de Jueces de Primera Instancia Especializados en Materia Familiar, en la que se prevé la realización de cursos de capacitación previo a la aplicación del examen teórico-práctico, hace poco la magistrada Patricia Montelongo Guerrero sustentó la ponencia “Medios preparatorios a juicio”, en Xalapa.
En presencia de aspirantes de todo el estado, la sustentante compartió con los asistentes sus experiencias y conocimientos en la materia, en un productivo intercambio de ideas.
Los cursos de capacitación continuarán hasta el próximo 26 de este mes dentro de la tercera etapa de la convocatoria, para posteriormente llevar a cabo la aplicación del examen teórico-práctico los días 1 y 2 de junio, respectivamente.
Los resultados finales se darán a conocer el 25 del mismo mes y serán publicados en los estrados de la Secretaría de Acuerdos del Consejo de la Judicatura, así como en la página web del Poder Judicial del Estado: www.pjeveracruz.gob.mx
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CAMINANDO POR ENRIQUEZ
– Gracias a la gentil comunicadora Norma L. Vázquez Alanís por compartirnos su interesante colaboración “En la Revolución Mexicana, comerciantes franceses financiaron a “unos cuantos tontos levantados en armas”.
Con el tema ‘Los franceses’, la doctora en Historia Delia Salazar Anaya hizo en fecha reciente un relato salpicado de anécdotas de quienes desde Francia vinieron a este país en el siglo XIX, al participar en el ciclo de conferencias ‘Los que llegaron inmigrantes a México’, organizado por el Centro de Estudios de Historia de México (CEHM), de la Fundación Carlos Slim.
Hubo muchos otros franceses que se trasladaron a México por razones personales y eso se ha estudiado muy poco. Se trata de los representantes de negocios de las firmas importantes de Francia -cuya presencia data de finales del siglo XIX- pero que siguen viniendo, pues “en la actualidad tenemos el mismo modelo, personas enviadas a América por la casa matriz de las marcas o productos como representantes”, aseguró Salazar Anaya.
Estos franceses llegaban a México, donde descubrían que comprar y vender era un gran negocio; entonces, más allá de promover la marca a la cual representaban, hacían negocio con lo que se ofreciera y construyeron el mercado al traer todos los productos necesarios, desde medicinas contra las agruras hasta tintes para el cabello; podían vender de todo, aseguró la conferencista. Es el mundo de los agentes comerciales, dijo, que no ha sido tema de estudio.
Pero además, hay otros modelos de emigración que son significativos en la relación que México ha tenido sistemáticamente con Francia y que no se les considera de manera específica como emigrantes, sino como personalidades relacionadas con el mundo de la alta cultura, agregó la historiadora.
Recordemos, dijo, que junto con Maximiliano llegó por primera vez a México un equipo de científicos franceses entre antropólogos, arqueólogos, botánicos, mineralogistas, cartógrafos y muchos otros especialistas, quienes se fueron y regresaron a través de los años no como inmigrantes, sino como visitantes distinguidos, invitados a dar conferencias.
Lo más importante es que abrieron una relación cultural sistemática entre México y Francia, que hoy representa en buena medida el Centro de Estudios de Mexicanos y Centroamericanos (CEMCA). En ese tiempo se fundaron la Comisión Científica en México y la Comisión Científica, Literaria y Artística de México.
Muchos de los franceses negociantes que se quedaron a vivir en México supieron también vender y comprar cultura, porque además fueron editores; algunos fundaron grandes empresas editoriales y una de las más importantes fue la de la viuda de Poblet, pues casi cualquier biblioteca tiene libros con su sello.
Esta casa publicó numerosos textos trascendentales que salían simultáneamente en Francia y en América, explicó Salazar Anaya. Por cierto, agregó, la casa de la viuda de Poblet tenía en el porfiriato la concesión para imprimir los libros de texto, de suerte que no era cualquier empresa editorial.
Los libros también circulaban a través de la compraventa, porque había los llamados despachos de lectura.
Y como los manuales de comercio estaban en francés, fueron de esa nacionalidad quienes establecieron las primeras academias comerciales en México -ejemplo que siguieron los españoles- pues querían tener empleados especializados y así surgieron la Escuela Cámara de Comercio y la Bancaria y Comercial.
Es imposible estudiar a los franceses sólo como inmigrantes, ya que siguieron funcionando como extranjeros en México, porque no había un motivo poderoso que los expulsara de su tierra natal.
A México llegaron en el siglo XIX los representantes de perfumerías francesas, los joyeros del centro de París y agentes de las empresas de maquinaria, pero en determinado momento algunos de esos comerciantes comenzaron a interesarse en la industria textil y quisieron competir al máximo, de suerte que trajeron técnicos especializados en determinados procesos de la tela, como la pintura y el diseño, así como ingenieros o químicos textiles.
Igualmente, hubo una comunidad judía de origen francés que tuvo un impacto considerable en el siglo XIX y que durante el porfiriato estableció elegantes joyerías; en ese periodo los franceses eran los predilectos y las puertas se abrieron a sus capitales por lo cual apoyaban al régimen de Porfirio Díaz.
La historia de la Revolución Mexicana está asociada inevitablemente con los franceses, ya que eran explotadores de sus paisanos y de la clase trabajadora nacional, pues no solamente daban bajos salarios a los obreros textiles de Río Blanco, sino que sus pobres parientes que venían a trabajar de administradores de sus grandes almacenes o de cuidadores de las haciendas y las minas, trabajaban por lo general 14 horas.
De manera que la lucha de muchos franceses desde antes de la Revolución Mexicana fue por el descanso dominical, básicamente para asistir a misa, pues en su mayoría eran católicos.
Sin embargo, cuando se inició la Revolución un periódico muy importante de la colonia francesa aquí -El correo de México- consideraba que “había unos cuantos tontos levantados en armas” y las noticias eran todas prácticamente de Francia; había muy poco interés por lo que pasaba en México, parecía que no pasaba nada en este país y sólo publicaban artículos alabando a Porfirio Díaz y a su ministro de Hacienda, José Yves Limantour.
Or cierto, éste último promovió mucho la inversión directa de Francia en la banca y a fines del porfiriato el capital francés metropolitano y el capital de los ricos franceses, que no era poco, estaba muy bien ubicado en el Banco de Londres y México.
Eran los representantes de los intereses franceses y muy particularmente, de la deuda que México tenía contraída con Francia desde muchos años atrás. Así, su peso político no era cualquier cosa porque eran propietarios de una buena parte de la industria nacional, aclaró Salazar Anaya.
Hay que reconocer, señaló, que los franceses fueron muy hábiles e inteligentes para negociar con quien venía; muy pronto se dieron cuenta de que Porfirio Díaz iba a caer y empezaron a validar la Revolución, aceptaron de alguna manera a Francisco I. Madero en cuanto llegó al poder, pero como éste no logró controlar a algunos grupos de obreros que se inconformaron contra sus patrones franceses, determinó que pagaría “cualquier vidrio roto durante la Revolución a los extranjeros que hubieran vivido legítimamente y que no hubieran tenido la protección del gobierno en turno”.
El tema de las reclamaciones en la Revolución Mexicana estaba basado en que México había firmado un Tratado de amistad y comercio con Francia en 1880. La mayoría de los reclamos fueron por las cuotas revolucionarias forzosas; es decir, cuando las tropas revolucionarias necesitaban armas, ropa o alimentos iban a los comercios -principalmente extranjeros- y se llevaban lo que requerían, pero los franceses les hacían firmar un documento en el cual se especificaba la mercancía entregada, así que sistemáticamente estaban siendo los financieros de la Revolución, aunque sus pérdidas les eran retribuidas.
Posteriormente, los comerciantes franceses que se quedaron en México todo el periodo revolucionario se quejaron sistemáticamente de que el gobierno de Venustiano Carranza no había respetado el acuerdo de pago de sus pérdidas.
En ese tiempo, Europa también entró en guerra y los franceses radicados en México tuvieron que olvidarse de sus demandas, concluyó la ponente.
LA PLAZUELA DEL CARBON
– Nuestro agradecimiento a la bien informada comunicadora Yamiri Rodríguez Madrid ´por compartirnos su colaboración “Por más museos en Veracruz”
El viernes 18 de mayo se conmemoró el Día Internacional de los Museos. De acuerdo con datos del Sistema de Información Cultural, en el Estado de Veracruz tenemos 52 museos, de los 1,311 que hay en el país.
La capital, Xalapa y el puerto de Veracruz, tienen 8 y 7, respectivamente, concentrado así la mayor cantidad de estos recintos culturales. Le siguen Córdoba y Papantla, con 3 museos cada uno; Orizaba, Santiago Tuxtla, Coatepec, Xico y Tlacotalpan, con dos cada uno.
Alvarado, Camerino Z. Mendoza, Coscomatepec, Hueyapan de Ocampo, Teocelo, Tuxpan, Atoyac, Emiliano Zapata, Huiloapan de Cuauhtémoc, Jamapa, Pánuco, Castillo de Teayo, Texistepec, Úrsulo Galván, Yanga, Boca del Río, Fortín, Ignacio de la Llave, Tecolutla, Vega de Alatorre y Zentla, también tienen uno propio.
Muchos de estos espacios, desafortunadamente, no reciben mantenimiento. La gran mayoría carece de difusión para que la gente los visite. Escuchando ahora las propuestas de los candidatos a la gubernatura, no hay una propuesta en torno al tema cultural, al fortalecimiento de los museos regionales que son, también, un nicho del turismo.
La CDMX, por ejemplo, es la segunda en el mundo con mayor número de museos. Recientemente fui un martes a medio día, a ver la exposición del pintor Caravaggio en el MUNAL.
Me sorprendió la cantidad de personas que recorrían el inmueble; la cantidad de alumnos a los que, aunque sea por tarea, los conminaban a visitar los museos. Aquí en Xalapa, en el Museo de Antropología, uno de los mejores de Latinoamérica, difícilmente se puede encontrar a algún visitante entre semana.
Insisto, no hay promoción ni creatividad para hacer que los veracruzanos y los turistas los visiten. En Querétaro han diseñado una guía donde despiertan el interés de los pequeños, con una guía en donde en cada museo les dejan una pista y, al completarla, reciben una recompensa.
No se necesitan recursos, solo voluntad; pero parece que hasta eso nos quitaron en este Estado.
PARQUE DE LOS TECAJETES
– Agradecemos al politólogo Emilio Cárdenas Escobosa por compartirnos amablemente su colaboración De Interés Público, titulada “Las campañas de odio”.
A un mes y medio de la elección presidencial y de los comicios para renovar el Congreso de la Unión y nueve gubernaturas, la polarización política crece como la espuma; la violencia verbal aumenta sin control y la violencia física contamina ya estos comicios.
Se viven momentos delicados, cuando atestiguamos cómo la lista de candidatos amenazados o victimados en diversos puntos del país se incrementa.
Noventa políticos, sobre todo aspirantes y candidatos a alcaldes y diputados locales, han sido asesinados en México desde septiembre de 2017, cuando arrancó el proceso electoral, uno de los más sangrientos de la historia reciente de nuestro país.
De no aminorar la beligerancia de las campañas y la intromisión de gobernadores, alcaldes o grupos caciquiles para defender sus intereses y posicionar a sus candidatos, podemos llegar a situaciones de enfrentamiento o a más hechos violentos que nadie en su sano juicio desea.
Ahondar la conflictividad que de por sí late y bulle por muchos puntos de la geografía nacional con la polarización electoral y la guerra sucia que inunda las redes sociales y exacerba los ánimos derogatorios, impulsa a la venganza y el deseo de anular al contrario, es subirle demasiado a la presión.
Escuchamos las voces siempre amplificadas del conservadurismo que advierten sobre una imaginaria debacle de las instituciones y el quiebre de la “estabilidad” económica y política que representaría la llegada del “populismo” al poder presidencial.
Las invocaciones al miedo marcan la competencia electoral. Ya no se trata de poner a consideración del elector las mejores propuestas, sino de amenazarlo con lo que podría pasar si vota con las vísceras; si su voto es el del enojo y del rechazo a la continuidad de un régimen carcomido por la corrupción y la falta de respuestas a las demandas de la mayoría de la gente
Convocan a cerrar filas en torno a preservar el actual estado de cosas. Pero la estabilidad política y social que nos llaman a defender ¿Es acaso el mundo ideal al que aspiramos como nación?
El estado más democrático que debemos construir es aquel donde la responsabilidad del poder ante los ciudadanos sea mucho más real que meramente formal, donde la representación opere con eficiencia, donde medios y fines sean democráticos, de modo que el poder público cuente con la legitimidad que otorga el cotidiano consentimiento ciudadano hacia sus acciones y que emerja, desde luego, de procesos comiciales libres de sospecha, sin intervención gubernamental o de los grupos de poder en contra de uno de los aspirantes, sin distorsiones derivadas de “campañas de contraste”.
No podemos aferrarnos al clavo ardiente de la defensa en abstracto de las instituciones, como claman los voceros oficiales y los artífices de la descomposición política que vivimos, cuando han sido justamente sus conductores -desde el presidente de la República hasta el juez de barandilla o el legislador que vela por sus particulares intereses- quienes no han sido capaces de resolver las angustias cotidianas de millones de ciudadanos en lo económico, en sus reclamos de justicia, de seguridad, de certidumbre en el futuro de sus hijos.
Esa línea argumental en defensa del estado de cosas imperante sólo envuelve la defensa de un modelo de desarrollo que ya se agotó y cuyos resultados de empobrecimiento mayúsculo de la población y de concentración de la riqueza en unas pocas -poquísimas manos- son hoy caldo de cultivo de la inconformidad, la inseguridad y el enfrentamiento.
Nuestra sociedad no puede vivir en una economía estancada, con una inflación desbocada y con la volatilidad que golpea al tipo de cambio, como la que hoy tenemos. El poder de compra de muchos se encuentra cerca de la penuria; las desigualdades se han exacerbado de manera ofensiva en los últimos tres sexenios.
Requerimos una expansión de la actividad económica y el estado no puede abstenerse de la regulación y el impulso que debe permitirla, como es la lógica del modelo neoliberal que defienden a capa y espada.
En diversos aspectos de la vida pública se vive al margen de la ley. El síndrome de la ilegalidad prospera, la inseguridad ciudadana nos acosa, las guerras del narcotráfico crecen sin control y la estela de muertos y desaparecidos es el dramático resultado del fracaso de la guerra contra el crimen organizado, el civismo se reduce a los discursos de las obligaciones. Se invoca al estado de derecho, sin convicción ni compromiso. La simulación campea en el discurso y la acción gubernamental.
La inteligencia y el sentido crítico se han ido poco a poco erosionando en el México de la modernidad. El conformismo y la falta de solidaridad son la tónica de nuestras relaciones sociales. La defensa de nuestra precaria estabilidad nos ata y por ello amenazan en sus estrategias electorales con que se perderá nuestro patrimonio, si no votamos por la continuidad.
¿Cómo creer que este es el país ideal que no debe cambiarse, al que se debe proteger de proyectos alternativos, de quimeras de transformación que pongan el acento en combatir la desigualdad y buscar una sociedad más equitativa?
Largo y azaroso se ve el camino para que se inviertan las actuales prioridades de nuestro modelo de desarrollo. ¿Es esa es la institucionalidad y la estabilidad que debemos preservar?
No existe una respuesta única para ello, porque depende de la óptica de quien se asoma a la realidad. Algo tendrá que hacerse, pero pronto, antes de que las profecías sobre los peligros que se ciernen sobre México nos envuelvan a todos y no precisamente por la llegada de populistas al poder.