Raymundo Jiménez
En las elecciones de julio próximo, los veracruzanos no van a votar por el candidato a gobernador que acredite más títulos académicos o estudios de posgrado, sino por el aspirante que por su trayectoria administrativa y oficio político genere más confianza y credibilidad para recuperar la seguridad pública y reactivar económicamente al estado.
Por eso resulta ocioso seguir atizando el escándalo mediático sobre la cédula profesional del precandidato del PAN-PRD-MC, Miguel Ángel Yunes Márquez, a quien más bien se le debe cuestionar el discurso que ha venido manejando para justificar la imposición de su candidatura y ser electo para suceder a su padre en el gobierno de la entidad.
Y es que tanto en los recorridos que realizó primero –siendo aún presidente municipal de Boca del Río– por las 30 cabeceras distritales del estado, así como ahora en sus spots de precampaña, Yunes Márquez ha venido presumiendo casualmente su “exitoso” gobierno municipal y pregonando el “cambio” que según él logró en su municipio y que asegura podría expandir a todo Veracruz.
Sin embargo, en materia de seguridad pública, que sigue siendo la principal exigencia de la ciudadanía veracruzana, el ex alcalde panista no salió bien librado.
Cosa de recordar, por ejemplo, que hasta a su Director de Seguridad Ciudadana, el general Martín Cordero Luqueño –quien sustituyó a Jaime Téllez Marie, actual secretario de Seguridad Pública del estado–, se lo “levantaron” los malandrines a principios de marzo de 2017, junto con el subdirector Ramón Herrera Ramírez y su chofer.
Pero una semana antes, el martes 28 de febrero, en el municipio que gobernaba Yunes Márquez se dio un hecho mayor al que hace un par de semanas horrorizó a los xalapeños por la camioneta con nueve cuerpos desmembrados que dejaron abandonada en el fraccionamiento Lomas del Tejar.
En Boca del Río, hace casi un año, aparecieron ¡11 cadáveres! sobre un costado de la Escuela Secundaria General Número 2; siete adentro de una camioneta Nissan Urvan color blanco, y cuatro tendidos sobre la calle Paseo Puerto Banderas, en la Colonia Graciano Sánchez, por el fraccionamiento La Tampiquera. Eran dos mujeres y nueve hombres, entre ellos el doctor Jorge Alberto Castro Solís, quien cinco días antes había sido secuestrado cuando dejaba a su hijo en el Colegio Tepeyac, en la ciudad de Poza Rica, a más de 350 kilómetros de distancia de Boca del Río.
En el parabrisas y en la parte posterior del vehículo, el grupo criminal dejó mensajes escritos en los que advertía: “Desde este momento empieza la guerra, guerra quieren, guerra tendrán, quieren tener todo el poder para meter a su jente, pero aki nos morimos todos” (sic).
El gobernador Yunes Linares, quien horas antes había acompañado en la ciudad de Córdoba al entonces secretario de Gobernación, Miguel Ángel Osorio Chong, para poner en marcha un operativo de seguridad con elementos federales y del estado, declaró al día siguiente en Xalapa que los 11 cuerpos hallados en Boca del Río no se trataba de un desafío a su gobierno sino que “es una guerra entre ellos mismos”.
“Lo sucedido es una barbarie, en la zona conurbada Veracruz-Boca del Río no se habían presentado hechos de alto impacto como este, es un acto cometido entre bandas de criminales…”, declaró Yunes a los tres meses de su administración.
Por eso, más que por su cédula profesional, al hijo del gobernador debería preguntársele cómo piensa resolver el grave problema de la inseguridad que su avezado padre, con amplia trayectoria en este tipo de cargos públicos, hasta ahora no ha podido frenar.
MORGADO AL BAT
Para la batalla electoral que se avecina, en el Comité Directivo Estatal del PRI están echando mano de sus operadores políticos más experimentados.
Este miércoles, por ejemplo, el presidente del CDE del partido tricolor, Américo Zúñiga Martínez, le dio posesión al ex dirigente priista Gonzalo Morgado Huesca como Coordinador de Delegados.
El ex alcalde y ex diputado federal de Martínez de la Torre es un buen estratega que tratará de entregarle buenas cuentas al precandidato a la gubernatura Pepe Yunes Zorrilla, con cuya causa está plenamente identificado.