Raymundo Jiménez
Para contrarrestar la negativa percepción generada por las ejecuciones que se estuvieron dando en Xalapa hasta a mediados de este mes –el sábado 13, como se recordará, fue ultimado frente al Tribunal Superior de Justicia del Estado un empleado de la Secretaría de Seguridad Pública y por la noche aparecieron 9 cadáveres desmembrados en una camioneta abandonada en el fraccionamiento Lomas del Tejar–, la semana pasada el gobernador Miguel Ángel Yunes Linares y su secretario de Gobierno, Rogelio Franco Castán, se fueron a comer a una fondita del popular mercado de La Rotonda para aparentar que en la capital veracruzana sí existe seguridad.
Posteriormente, el subsecretario de Desarrollo Económico, Paul Martínez Marie, acompañado de su chofer, repitió el mismo show.
Lamentablemente para el gobernador y sus funcionarios, la madrugada de este sábado 27 un par de sicarios rafaguearon un conocido bar en los alrededores del mercado Los Sauces, dejando un saldo de dos muertos y cuatro heridos, entre ellos un joven estudiante de música que integraba la orquesta que amenizaba el lugar, cuyo deceso provocó una fuerte reacción tanto de las autoridades de la Universidad Veracruzana como del Sindicato Estatal de Músicos de la CROC, organización sindical que exigió a Yunes Linares “que se haga justicia de forma inmediata y que este crimen no quede impune, que ponga a trabajar a su fiscal y que ya deje de gobernar y tomar decisiones con el estómago y comience a gobernar con la cabeza.”
En otro comunicado, la rectora de la UV, Sara Ladrón de Guevara, lamentó: “Una vez más la violencia ha lastimado a nuestra comunidad universitaria. Indignados, alzamos nuestra voz para demandar justicia eficiente y expedita ante el crimen que segó la vida de nuestro estudiante José Ignacio Cortaza y demás víctimas de este artero ataque. Nos unimos en un abrazo solidario con familiares, amigos y universitarios pero también nos unimos en una enérgica protesta contra la barbarie, exigiendo como lo hemos hecho en cada caso que las autoridades cumplan el papel que les corresponde y trabajando para que el Estado de Derecho y la paz regresen a nuestra comunidad.”
¿Realmente podrá apaciguarse este Veracruz violento? De los tres precandidatos a la gubernatura, sólo Pepe Yunes Zorrilla, de la alianza PRI-PVEM, es el único que asegura en sus spots y anuncios espectaculares de precampaña que ello sí es posible.
Y por supuesto que el priista sabe que sí se puede. Recuérdense, por ejemplo, cómo estaban hace tres o cuatro sexenios las ciudades de Tijuana, en Baja California, o de Ciudad Juárez, en Chihuahua, e inclusive la Ciudad de México, donde la situación llegó a estar igual o peor que en Veracruz, y sin embargo el tejido social se recompuso y, por ende, los índices criminales y de inseguridad se redujeron considerablemente.
¿Por qué Yunes Linares, con toda su experiencia como ex subsecretario de Seguridad Pública federal, ex secretario ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública y ex secretario de Gobierno del estado, cargo desde el cual controló las policías intermunicipales, la estatal y la auxiliar, no ha podido en más de un año disminuir sensiblemente los niveles de violencia en Veracruz?
La respuesta resulta obvia: porque su prioridad no ha sido recomponer el estado sino operar para preservar el poder al menos los tres sexenios siguientes. Por eso sus alianzas con lo peor de las últimas camarillas del PRI que gobernaron Veracruz, y las amenazas de los grupos delincuenciales que en sus sangrientos mensajes han señalado que los mandos policiacos yunistas no han “respetado” presuntos “acuerdos”.