Por Atticuss Licona
Ser el cuarto lugar mundial de exportación de autopartes; el sexto lugar mundial de exportación de vehículos automotores; el ingreso anual de miles de millones de dólares; la ocupación laboral de miles de trabajadores mexicanos; y más, es lo que está en juego con la renegociación del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN).
Los vaivenes y baladronadas de Donald Trump, quien un día amenaza con salirse del TLCAN y al otro señala que a mediados de abril podría estarlo firmando, son para poner nervioso cualquier capital.
Pero ante eso, lo que tenemos en México es un sector automotor bien cimentado, robusto y con muchas más salidas que solo el mercado estadounidense.
Tuve la oportunidad de platicar con Guillermo Rosales, Director General Adjunto de la Asociación Mexicana de Distribuidores de Automotores, quien a nombre de la AMDA confirmó que hay la plena confianza de que la industria automotriz mexicana tiene un futuro próspero, con o sin Tratado de Libre Comercio.
La profundidad de las inversiones en México es tal, que aún sin Tratado México seguirá siendo la mejor opción para proveer de vehículos a los Estados Unidos.
Rosales, de manera categórica, aseguró que Donald Trump se equivoca en su apuesta de forzar una situación fuera de lo que las variables económicas y comerciales demandan para modernizar el TLCAN.
Los viejos tiempos en los que el Tío Sam daba instrucciones y los mexicanos obedecíamos sin chistar, han quedado atrás, y aunque muchos no lo quieran ver, México se ha plantado con gallardía ante Estados Unidos y Canadá para defender el comercio internacional mexicano y el derecho que tenemos de poner nuestras condiciones.
La nación del norte se cimentó con acero, hierro, concreto, rascacielos y automóviles. Fueron los mayores impulsores de la producción en serie y se hicieron inmensamente ricos satisfaciendo la necesidad automotora del mundo. Lo quieren de vuelta, ¡Claro que lo quieren de vuelta! Pero Donald Trump no tiene la razón y México puede otorgársela.
El actual TLCAN establece que para que un auto pueda ser incluido en sus beneficios arancelarios, el 62.5% de su valor debe proceder de los mercados de México, Canadá o Estados Unidos. Pero hoy, ventajosamente Donald Trump aspira a que este porcentaje suba al 85%, pero que de ese 85 se reserve el 50% al origen estadounidense. Grosso modo en eso consisten las famosas Reglas de Origen, y son la veta que podría poner fin a todo un tratado comercial entre los tres países.
Pero el mundo ha cambiado, la robotización y automatización de la industria está presente en México.
Le guste o no le guste a Trump y sus socios comerciales, la industria automotriz seguirá siendo una palanca importante de desarrollo en México, seguiremos sólidos como el séptimo productor mundial, el sexto exportador de vehículos y la privilegiada posición del cuarto importador de autopartes del mundo.
Con o sin TLCAN, la industria automotor en México continuará floreciendo.
Con o sin la venia del Tío Sam continuaremos produciendo.
Con o sin la gracia de Trump, hay futuro en la industria automotriz de México.
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