Por Atticuss Licona
Si hay un sector que se encuentra en rezago es el agropecuario. De aquellas monografías de la primaria y los libros de texto que nos enseñaban que México tenía la forma de un Cuerno de la Abundancia y que Veracruz era el Granero de México, no queda más que el recuerdo… ¡puros sueños de opio!
El campo veracruzano está en la quiebra, olvidado, desolado y triste. En una plática que sostuve con Ignacio Lastra Marín, recién nombrado Subsecretario de Alimentación y Competitividad de la SAGARPA, me queda claro que la zona sur-sureste de México está en estado crítico.
Sin embargo, también me queda claro que no es responsabilidad total del Gobierno dicha situación, pues mucho tiene que ver la desidia, la flojera, la falta de inventiva y el querer estirar la mano para arrancar la fruta.
Nacho Lastra me comentó que la zona sur-sureste es sin duda la más rezagada que tenemos del país y no nos comparamos con el desarrollo que se presenta en las regiones norte, occidente, centro y sur-costas. Lo que aquí se requiere es ingenio, inversión, y más ingenio. La salida se encuentra no en el agro tradicional, sino en la industria de la transformación, en buscar y desarrollar las empacadoras. Tenemos un potencial enorme en frutas tropicales pero no todas las zonas de Veracruz las están explorando. Se necesita encontrar nuevos mercados para el plátano, la papaya, el melón, los cítricos, o para las frutas tropicales como guanábana que son altamente demandadas en los mercados internacionales.
Si no nos subimos al tren del desarrollo y si nuestros productores del campo no se montan en la modernidad, Veracruz no sólo habrá dejado de ser en breve en Granero de México sino que se convertirá en el mayor importador de alimentos. Hay una ventana de oportunidad y en la mano de nuestros productores está beneficiarse de ella.
Es muy importante tomar en cuenta las zonas económicas especiales promovidas por Peña Nieto. Coatzacoalcos es una de ellas y lo más importante es que unirá dos mercados, la salida por el Pacífico y por el Golfo. Unir ese sueño de tantos años rezagado, entre Coatzacoalcos y Salina Cruz a través de un tren de carga, será en breve una realidad. Ni los gringos pudieron concretar la idea y tuvieron que irse a hacer un canal a Panamá.
Coatzacoalcos ha crecido más ya como zona de desarrollo de industrias, y hay un grupo de empresarios que se ha colocado cerca del río Coatzacoalcos, que están ubicando sitios de empaque, transformación y vienen los procesos posteriores de logística y distribución de los productos a los mercados. Y por otra parte, en Salina Cruz el gobierno ya está trabajando, ya se tiene un estudio de prefactibilidad y se está desarrollando el estudio ejecutivo para que este año comiencen con las obras para el tendido de vías férreas y la instalación de un tren de carga ligero que unirá ambos mares y que hará que el flujo de mercancías sea exponencial.
Falta pues, que nuestros productores comiencen a planear la forma en que aprovecharán dicha circunstancia. Si seguimos esperando que la fruta nos caiga del árbol y que el cliente llegue al huerto a comprar, nos seguiremos secando.
Ejemplo de ello es la situación crítica por la que tanto se quejan los productores de leche. Es cierto, sin duda hay un problema en el precio de la leche. Pero como bien dice Nacho Lastra, tenemos que trabajar, hay salidas para esto, “una vertiente importante y lo hemos comentado con las organizaciones es incrementar la producción por hectárea. En las zonas tropicales tenemos una enorme oportunidad. Si tenemos una vaca por hectárea que nos producía 6 o 7 litros por día, en vez de tener una podemos tener tres y nos volvemos mucho más competitivos en los mercados”.
Lo anterior, aunque pareciera lo más obvio, al parecer no lo es, pues los productores de leche se siguen desgarrando las vestiduras porque Liconsa no les sube el precio de la compra del lácteo.
Se deben buscar nuevos mercados, se debe poner ingenio al campo, se deben aprovechar las ventajas comparativas que nos dará la Zona Económica Especial de Coatzacoalcos, para volver a ser, algún día, el Granero de México.
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