Además, recrimina el gusto desmedido de la promoción personal sin meta alguna, la indiferencia y descaro de quieren pueden y deben hacer mucho por los demás.
Irineo Pérez Melo.- El Arzobispado de Xalapa criticó el conformismo de ser espectadores pasivos y esperar a que todo se nos regale, y el que muchas personas han olvidado injustamente que todos debemos participar en el desarrollo integral de todos, sin excepción alguna.
En el comunicado dominical emitido por la Oficina de Comunicación Social de esta asociación religiosa, destaca que actualmente se vive el letargo de ser mejores personas, la saciedad de nuestros propios gustos y el gusto desmedido de la promoción personal sin meta alguna, la indiferencia y descaro de quienes pueden y deben hacer mucho por los demás.
En ese tenor, se destaca la importancia de la experiencia comunitaria a la fe, porque ayuda mucho a madurar la vida relacional entre todos y nos hace agentes activos del cambio integral.
Ante esta situación compleja que enfrentamos como sociedad veracruzana, se indica, el evangelio de San Lucas nos indica la vivencia del reconocimiento de los otros: “Sentado a la mesa con ellos tomó el pan, pronunció la bendición, lo partió y se lo dio. A ellos se les abrieron los ojos y lo reconocieron” (Lc 24,30-31). Es importante la experiencia comunitaria de fe porque ayuda mucho a madurar la vida relacional de todos.
Destaca que el caminar solo es contrario a la fe, pues se pierde la riqueza y lo bello de la existencia en toda su profundidad. La fe vivida en comunidad permite caminar por un sendero seguro, pues permite que Dios se revele con todo su esplendor y gloria hasta colmar los anhelos y deseos más profundos y auténticos de la persona. Vivir en y desde la comunidad nos unifica para luchar día a día por los grandes ideales de la justicia y la paz.
Se señala que la comunidad de fe se convierte en un apoyo para que el creyente se vaya conociendo a sí mismo, pero, sobre todo, para que la persona se inicie en el reconocimiento y promoción del desarrollo de los demás.
“Hoy existe la gran tentación de vivir solo para comer, hacer dinero, divertirse y mandar. Por eso, hoy más que nunca se requiere la fuerza y la riqueza del cristianismo vivido en comunidad, pues son necesarios no sólo para reconocer a los demás, sino también, para conocer y transformar todo lo que nos rodea en nuestro entorno”, refiere.
En el documento, signado por el presbítero Juan Beristaín de los Santos, destaca que la vida de fe en Cristo nos inserta en toda la realidad que vive la persona y la comunidad en este siglo XXI.
“Es conveniente vivir la verdadera fe en Cristo inspirados por el Espíritu Santo, para conocer y transformar, a profundidad, las circunstancias sociales, políticas y económicas que son el ambiente en que uno vive”, subraya.
Por último, sostiene que el mayor de los beneficios que pueden hacerse a un pueblo, es enseñarle a la vez los deberes de un buen cristiano y un buen ciudadano. La gracia de Dios nos conceda vivir una fe comprometida con todos y con todo lo que nos rodea sin confiar ciegamente en falsos mesianismos.