El gobierno «un día interviene abiertamente en asuntos internos de Perú y al día siguiente se escuda en el principio de no intervención para ni siquiera opinar sobre lo que sucede en Nicaragua, Venezuela o en Cuba», señala el exembajador de México ante la ONU en Ginebra y ante la OEA en Washington.
PROCESO
El presidente López Obrador se escuda en el principio de no intervención para no condenar la represión y la ausencia de democracia en Venezuela, Nicaragua y Cuba, al tiempo que interviene abiertamente en Perú al enviar como asesor al secretario de Hacienda; o al pedir a los paisanos en Estados Unidos que voten contra los legisladores que se oponen a una reforma migratoria. El diplomático de carrera Jorge Lomónaco hace notar esta “inconsistencia” en la política exterior del actual gobierno, que atribuye a razones ideológicas. Sin embargo, advierte: “la democracia y los derechos humanos se deben proteger independientemente si el infractor es amigo o rival o si es de izquierda o de derecha”.
Ginebra (Proceso).– El gobierno de México usa el principio de no intervención “a contentillo” o a conveniencia y evocarlo no alcanza para explicar el cambio de la política exterior mexicana que se ha quedado corta para condenar a gobiernos autoritarios como los de Nicaragua, Cuba y Venezuela, pero, al mismo tiempo interviene clara y abiertamente en casos como el de Perú e intenta inmiscuirse en asuntos internos de Estados Unidos, sostiene Jorge Lomónaco Tonda, exembajador de México ante la ONU en Ginebra y ante la OEA en Washington.
En entrevista con Proceso, el diplomático de carrera abunda: el presidente Andrés Manuel López Obrador utiliza el principio de no intervención con una absoluta inconsistencia, ya que interviene en asuntos internos de otros países, como es el caso reciente de Perú, con la defensa de su presidente Pedro Castillo y el envío de una delegación encabezada por el secretario de Hacienda, Rogelio Ramírez de la O, para asesorar al gobierno de Castillo en materia de apoyos sociales.
Asimismo, dice, es intervencionista el llamado de López Obrador a los mexicanos que viven en Estados Unidos para votar en contra de quienes no apoyen la eventual reforma migratoria que pudiera discutirse en el Senado de ese país.
“El problema no es intervenir en lo que sucede en Perú o intervenir en lo que sucede en Estados Unidos con respecto a una virtual reforma migratoria, el problema está en hacer un uso a contentillo del famoso principio de no intervención”, afirma Lomónaco, quien renunció al servicio exterior en mayo pasado, luego de una larga carrera en la que fue, entre otros cargos, embajador de México en Suecia y Países Bajos y representante de México ante organismos internacionales: ante la ONU en Ginebra de 2013 a 2017 y ante la OEA, en Washington, de 2017 a 2019.
El gobierno “un día interviene abiertamente en asuntos internos de Perú y al día siguiente se escuda en el principio de no intervención para ni siquiera opinar sobre lo que sucede en Nicaragua, Venezuela o en Cuba”, señala.
Cuestiona: “El principio de no intervención ya no alcanza para explicar por qué no se opina cuando se presentan violaciones a los derechos humanos o violaciones democráticas serias en algunos países”.
Considera que “en el fondo” esto refleja que existe “una motivación ideológica al elegir cuándo se interviene y cuándo no”.
Este texto es un adelanto del reportaje publicado en el número 2357 de la edición impresa de Proceso