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¡Ganará un independiente!, no en estas elecciones y quizás tampoco en las siguientes, pero es evidente que en las próximas elecciones no va a la cabeza Andrés Manuel López Obrador, tampoco Ricardo Anaya y mucho menos José Antonio Meade. Si en las encuestas le preguntamos a la mayoría de ciudadanos quién les representa mejor y en las posibles respuestas agregamos: ninguno, nos daríamos cuenta de la realidad, México dejó de creer en los partidos hace mucho, perdió la fe en opciones “diferentes” porque todos han demostrado tener un mismo objetivo: ir tras el poder.
Sin duda de entre todas las opciones quien parece tener más probabilidades de acercarse a la silla presidencial es AMLO, sin embargo, tras tantos intentos en los que pareciera lo mismo, su manera de conducirse deja mucho que desear. En lo personal no he escuchado una sola propuesta clara de boca de alguno de los contendientes presidenciales; abrir los periódicos, navegar en internet o encender la televisión me remiten al mismo resultado, una parodia de juegos de poder en los que pareciera que vemos a actores de comedia interpretando los mismos escándalos que hemos visto año tras año. Desafortunadamente esto se ha vuelto tragedia, la desatención de los partidos y sus miembros nos han llevado a lamentar actos de corrupción que no sólo implican dinero, sino también muchas vidas, la mayoría de gente inocente.
El enemigo número uno de México en opinión de muchos ha sido la corrupción, me atrevo a decir que es el principal cáncer de nuestro país, pero nadie hace nada contra ella porque una vez instalados en altos mandos resulta más sencillo beneficiarse de viejas mañas que realmente atacarlas. El problema es que estamos por enfrentar las elecciones con menos propuestas y al igual que cada sexenio los recursos destinados para cada partido son millonarios, las guerras sucias no se hacen esperar, tan sólo en esta semana he bloqueado a tres números distintos que me cuentan sobre Andrés Manuel y Rusia, queja que he visto repetidas veces en múltiples usuarios de redes sociales.
Los vínculos de cada candidato a nivel presidencial y estatal también serán determinantes para la opinión pública, siempre y cuando esta última tenga un poquito de memoria. Los partidos dejaron de representar los ideales con los que se fundaron, los del PRI se salen para ser independientes, los del PAN se pasan a MORENA, otros se van para el PRI y algunos que habían sido panistas toda la vida también renunciaron para perseguir su propia candidatura, en la otra parte algunos partidos considerando que las amenazas eran mayores decidieron hacerles frente, sin embargo las ideologías entre sí no son tan compatibles lo cual genera aún una mayor división. En resumen no existe credibilidad en ninguno.
Si el PRI quiere ganar tiene una carrera de obstáculos infinita, si bien su candidato tiene una imagen relativamente cuidada, su respaldo y equipo de apoyo no, por lo que su carrera podría acabar sumamente dañada. Si quiere hacerlo el PAN, tendrá que buscar refuerzos y conciliar mejor las disputas interiores, tantos ataques entre sí no demuestran la unidad que en estos momentos necesita el país. Mientras tanto he de reconocer que en MORENA se han integrado valiosos elementos, pero Andrés Manuel compite contra sí mismo, aunque es el que mejor se relaciona con la gente y al final son los que más votan, le falta la relación con los sectores que realmente mueven a México y lo persiguen sus errores del pasado además de sus constantes desvaríos.
En el aspecto independiente las trabas para seguir en la contienda son muchas y difícilmente saldrán bien librados en esta elección, sin embargo no estamos lejos de que el hartazgo los corone como preferidos, como la única opción cuando realmente surge de un anhelo ciudadano por ser mejores, ese es el caso de Pedro Kumamoto, un joven que pertenece en todos los aspectos a otra generación. A esa generación que ha aprendido a crear sus propias oportunidades, que vive conectada con todos, por lo que le resulta infinitamente más sencillo adaptarse a los cambios y que aún tiene que aprender a escuchar otras ideas para impulsar las propias, esa generación todavía puede lograr los cambios anhelados pero tomará tiempo.
Mientras tanto llegue quien llegue deberá dejar a un lado vicios y ocupar lentes de todo tipo para poder ver la situación de nuestro país y nuestros estados, necesitará mucha astucia para generar acuerdos entre los distintos grupos y sobre todo aprender a escuchar con inteligencia, integrando en sus gabinetes a aquellos que nunca consideran, apoyando iniciativas que fomenten una mejor formación, promoviendo la generación de ideas realmente innovadoras y sobre todo cuidando desde cada flanco posible a la nación. Sin importar quien gane, nos esperan muchos retos, pero también infinitas oportunidades, todo dependerá de las decisiones que tomemos como ciudadanos en los próximos días. Que gane verdaderamente el mejor.