EL UNIVERSAL
A las ocho de la noche, doña Goyita esperó puntualmente a que su niño de 12 años, Gustavo Alberto de la Cruz Ortiz, arribara de la escuela. Cuando dieron las nueve y él no llegó, decidió avisarle a sus familiares para salir en su búsqueda.
Recorrieron las calles de Pachuca, Hidalgo, y, tras no encontrar ninguna señal del menor, decidió ir con su esposo a dar aviso a Seguridad Pública Municipal para levantar la denuncia por desaparición.
A la mañana siguiente visitaron la escuela de Gustavo para preguntar por su paradero a los directivos. Gustavo sí había asistido a clases y se fue a la hora de siempre acompañado de tres de sus compañeros como lo hacía normalmente.
Esto sólo aumentó la tristeza y desesperación de su familia, que anduvo buscándolo por cada rincón del municipio sin ayuda de las autoridades, pues en ese momento no existía una alerta para desaparecidos.
Algunos días después, aún sin noticias, doña Goyita atendió una llamada telefónica en la que le pedían 60 mil pesos para regresarlo. “Nos dijeron que lo querían para tráfico de órganos, pero que no les sirvió porque tenía sinusitis crónica”, narra a EL UNIVERSAL.
“Que querían recuperar su dinero, nos dijeron. Entonces les creímos y llevamos el dinero al lugar donde se nos indicó, pero nadie fue a recogerlo. Así nos dimos cuenta de que se había tratado de una extorsión”, recuerda.
Tras reportar el incidente, las autoridades tomaron otra línea de investigación que dice Goyita se sigue hasta la fecha porque llevó su caso hasta la Unidad de Combate al Secuestro de la Fiscalía General de la República.
Confiesa que ni su cansancio, la inversión de recursos ni la negativa de las autoridades la han detenido para que ella siga buscando. Han pasado 16 años desde el incidente y no hay día en que Goyita no deje de extrañar a su niño, que hoy tendría 28 años.