Las fuerzas del mal se ramifican en redes de chantaje y sudarios de injusticia, y en atmósfera de corrupción que infecta las almas y convierte a la sociedad en cómplice.
Irineo Pérez Melo.- La Cuaresma nos hace destinatarios frágiles del amor portentoso que nos libera de toda esclavitud y dependencia espiritual y material, y nos conducirá a la conversión comunitaria y personal, refiere la Arquidiócesis de Xalapa.
En su comunicado dominical, emitido por la Oficina de Comunicación Social de esta asociación religiosa, en donde se destaca que descubrir, con la gracia divina, la presencia salvadora de Dios en medio de nuestros afanes personales y las circunstancias adversas es una de las exigencias primordiales de estos cuarenta días de preparación hacia la Pascua de Jesucristo.
“El ofrecimiento del amor de Dios a nosotros nos da la fuerza, para iniciar un itinerario de penitencia y purificación para reavivar nuestra fe. La fuerza de la cruz nos reviste de fortaleza interior para derrotar las tentaciones del mal que es contagioso y corrompe, sin excepción alguna, todas las estructuras sociales”, se añade en el documento.
En el comunicado de prensa, signado por el presbítero Juan Beristain de los Santos, director de la Oficina de Comunicación Social de la Arquidiócesis de Xalapa, se indica que la redención de Dios descubierta como un regalo inmerecido nos conducirá a la conversión comunitaria y personal.
“La luz de la salvación en Cristo nos permite experimentar, en carne propia y con conocimiento de causa, que todos somos destinatarios frágiles del amor portentoso de Dios que nos libera de toda esclavitud y dependencia espiritual y material”, se añade.
Y agrega: “En esta Cuaresma, Dios nos llama incansablemente hacia Él sin ninguna restricción ni condición alguna. Él quiere enseñarnos el camino de la caridad y los remedios espirituales de la Iglesia, que pueden detener la fuerza desgarradora del mal y de la maldad”.
“Ésta se ramifica, muchas veces en nuestra sociedad, en redes de chantaje, en sudarios de injusticias a todos los niveles, en sombras espesas de violencia de espacios privados y públicos y en una atmósfera de corrupción que infecta las almas y convierte a toda la sociedad en cómplice de la maldad”.
Será la experiencia del amor de Dios, que Él nos ofrece durante esta Cuaresma, la que nos hará vivir siempre en gratitud hasta lograr la renovación de nuestra vida y de nuestra sociedad, se señala por último.