Fue tan desproporcionado y abrumador en sentido negativo lo qué pasó en Veracruz, en el fallido sexenio anterior que prácticamente para nadie resultan desconocidos esos hechos. Esas condiciones de crisis profunda, ingobernabilidad y caos social son el punto de partida de la actual administración del Licenciado Yunes; para juzgarlo y evaluarlo se debe considerar ese contexto; no hacerlo así puede llevar a conclusiones precipitadas y erróneas. Abstraerse de esos factores, hacer como que todo era normal y casi no pasaba nada, es un reto a la verdad, a la realidad y a la honestidad. No es fácil pedir juicios y opiniones sensatas y con una relativa objetividad en un ambiente cargado de ambigüedad, rencillas gratuitas y oposiciones frívolas. Nadie tiene que aplaudir si no quiere, además está en su derecho de dudar y criticar; no se debería apabullar con omisiones, verdades a medias, generalizaciones y señalamientos sin ton ni son a una administración que ha venido sorteando con firmeza la tormenta perfecta que le heredaron. Aveces, por pegarle al gobierno terminan golpeando a Veracruz.
En Veracruz, cada vez más se percibe la presencia y la eficacia del Gobierno; esa es una condición fundamental para llevar los hilos de nuestra entidad. Ante el pasado de desgobierno, que producía desprotección social, ahora hay Gobierno que se hace responsable de sus deberes e interactúa con todo tipo de autoridades y sectores ciudadanos. De inicio, asumió la rectoría de la educación con las consecuencias de legalidad, transparencia, orden administrativo y apoyo a la calidad del sistema educativo veracruzano; con la recuperación de recursos y un escrupuloso orden presupuestal se invierte destacadamente en salud y carreteras, áreas públicas donde hace muchos años no ocurría nada positivo, donde no había obras ni inversión; con el diálogo permanente y el trato responsable se ha garantizado la libre manifestación sin que afecte a terceros. En materia de seguridad se avanza con la integración de una nueva policía que sea confiable, honesta y profesional; su labor es difícil, está ante desafíos mayores, de violencia estructural de alcances nacionales e internacionales.
Con la aplicación concreta de la justicia a quienes abusaron de sus cargos, se han emitido mensajes contundentes de legalidad y tutoría real de los bienes de los veracruzanos. Poco a poco se percibe un mejor ambiente, sin omitir que todavía hay que hacerse cargo de los rebotes de violencia que generan, en menor grado, las bandas delincuenciales que dominaban a Veracruz. No creo que deban solicitarse elogios a los medios informativos y a los opositores políticos, la crítica es indispensable en democracia y ayuda a corregir la marcha del Gobierno; si procede esperar equilibrio y ética periodística, así como la responsabilidad institucional de los partidos y grupos de la oposición. También pueden haber propuestas y creatividad, lucidez y razones, argumentos y pruebas. No debe haber exclusiones en la participación social y en el fortalecimiento de nuestra vida pública. No conviene una ciudadanía desinformada y con miedo, al contrario, sin paternalismo y con valor podemos hacer frente a cualquier amenaza que se nos presente.
Donde yo esté siempre será por convicción, así ha sido siempre; urgía la alternancia y la logramos; en muy pocos meses se ha retomado un mejor camino; ahora viene otra etapa que contará con más tiempo y las bases de lo que se está haciendo para bien de Veracruz. Hemos aprendido, en curso práctico y rápido, que gobernar es un honor y una gran responsabilidad, que se puede dignificar el servicio público y cumplir escrupulosamente con el deber. En lo personal, me produce una enorme satisfacción hacer algo socialmente útil y acompañar a un Gobernador firme, trabajador y austero.
Recadito: el eterno dilema entre el idealismo y el realismo políticos está presente en versión muy mexicana.
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