LA REFORMA EDUCATIVA y el 2018: Uriel Flores Aguayo

La reforma educativa tuvo su momento de aprobación legislativa, de aplicación inicial y se desarrolla por etapas. Gradualmente evoluciona a hechos normales en las evaluaciones, se consolida en niveles directivos y de Gobierno, llega a la formación profesional y se asoma al aula. La reforma hoy es el nuevo modelo educativo. Su análisis, crítica y adopción pasa por nuevas realidades que parecieran irreversibles. Las elecciones presidenciales ponen en el horizonte las propuestas respectivas de los principales aspirantes. Sería erróneo y limitado encuadrar el debate electoral en reforma si o reforma no.

 

Iniciada con fuerte carga laboral y resistida por grupos sindicales, la reforma ha derivado a propuestas pedagógicas y la profesionalización de la docencia. Provocó alud de jubilaciones y él cuestionamiento del profesorado que vio perderse los usos y costumbres en cuanto al manejo de las plazas, heredables y comerciables. En amplios sectores  del gremio educativo hay una aversión a la reforma, aun en los jubilados, por la supresión de las prácticas patrimoniales en la educación. Sin el control de esos mecanismos los sindicatos del sector  han perdido fuerza, membresía, justificación e influencia política. La oposición a la reforma es frontal y continuada en grupos desplazados del SNTE, la gente de la señora Gordillo, y la CNTE, curiosamente los extremos del viejo charrismo sindical y los grupos violentos que pregonan supuestas ideologías.

 

Vale la pena hablar de algunas de las manifestaciones novedosas que se conocen en la realidad del sistema educativo veracruzano para tener un panorama integral del mismo y aportar elementos reales a su análisis y desarrollo. Prácticamente todos los sindicatos están trabajando en la capacitación de sus agremiados, destacando el SITTEBA al realizar un foro con ponentes de presencia nacional; han asumido la posición realista y positiva de ver más allá de sus intereses gremiales. Las evaluaciones se han consolidado como prácticas normales, sin conflicto ni demoras; incluso, se descentralizaron sus sedes para facilitar el acceso del magisterio; hay una nueva generación de directores y supervisores cuyos puestos son resultado exclusivamente de sus méritos; Ayuntamientos, como el de Altotonga, realizan un seminario de actualización para los profesores de ese municipio; zonas escolares, como la 18 de primarias en Boca del Río, llevan a cabo un Congreso Nacional para reflexionar sobre el momento educativo, poniendo el acento en la diversidad, con una asistencia de mil trescientos maestros; el ingreso y la promoción en el servicio profesional docente es transparente y pública. En fin, pasada la etapa de incertidumbre, dudas y enojos que trajo la reforma, ahora el magisterio está preocupado por capacitarse, busca espacios para ese fin, se involucra y acude a los materiales que, al respecto, se producen en el ámbito institucional, destacadamente por el INEE.

 

Una reforma del tamaño y trascendencia de la educativa implica una fuerte sacudida al sistema educativo nacional y se constituye en la ruta crítica de un proceso que, bien dirigido y con la continuidad requerida, puede ser la vía para hacer de México un país desarrollado y sobresaliente en el mundo. Tiene que consolidarse y cumplir las expectativas. Volverse el centro de una política de Estado, es decir, no quedar sujeta a los vaivenes sexenales y manejos partidistas. Si todos queremos calidad además de cobertura educativas, si nuestro principal interés son los niños y jóvenes estudiantes, si valoramos al magisterio, si buscamos formar en las escuelas ciudadanos democráticos que sustenten una mejor sociedad, no hay otra opción que mantener la reforma, mejorándola con el concurso real del magisterio y las madres y padres de familia.

 

La elección en curso debería servir para conocer las propuestas educativas de las coaliciones y sus candidatos, para que nos digan cómo haremos para ser un país desarrollado, con estudiantes que puedan competir mundialmente, para tener un México donde se premie el mérito y el estudio, donde haya ciencia y arte con visión incluyente y equitativa, donde se respeten los derechos humanos y donde nos pongamos al corriente en tecnología. Para ser sociedad y economía del conocimiento es indispensable contar con una educación de ese nivel. No ayuda la demagogia, esa manipulación que apela al pasado en forma ligera e irresponsable para ganar votos.

 

Recadito: los xalapeños somos hospitalarios por tradición, no deberían abusar quienes recibieron un mandato municipal y sus pepenadores de votos.

 

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