Lorenzo Franco Aranda
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– Por considerarlos de interés para nuestros lectores, hemos tomado de la sección Editorial del periódico capitalino Excélsior esta colaboración de María Luisa -la China- Mendoza, con el título de “Cuando éramos ricos, todos petroleros”.
Cuando éramos chicos, nos sentíamos de veras seres bendecidos con la fortuna, porque así nos habían educado: “El petróleo es nuestro”. En el pizarrón, si dibujábamos la República Mexicana, siempre era en forma de cono de la riqueza, y así veíamos los campos florecidos del Bajío.
A mí me encantaba ir en el auto de mi papá recorriendo los caminos verdísimos; otros caminos a reventar de tantos árboles que me iban a abrir la boca; los de ese Veracruz de mi infancia y que estaba escrito por Dios en mi vida al respirar recién casada los ejidos tabacaleros, el aroma que suena como múltiples abanicos meneados por esclavos… y junto, el río donde nos bañábamos a las carcajadas.
O las sagradas bestias, vacas y toros mugiendo en el amanecer, dándome los primeros grandes sustos de los animales y mi esposo calmándome y hasta La China (así le llamaban coincidentemente a mi increíblemente hermosa suegra) entraba al cuarto riendo y los tres, sentados en la cama nupcial de ella, cedida por su bondad a su hijo y a su nuera, nos lanzábamos a escoger ir al río primero o a desayunar.
El viaje por carretera se volvía una constatación del petróleo, nuestro bien; en mi imaginación recuerdo el arroyo al que entramos de la carretera, todo negro y brillante del oil, al que se afianzan los gringos y a la izquierda, la imponente refinería plateada, sonora, con sus lumbres bailoteando y un tronido continuo, de planisferio vivo.
Como un dinosaurio parido y cazado con sus hijos, detrás de las rejas. ,La potencialidad de la instalación nos llama desde lejos y nos llena de orgullo, de día o de noche, el petróleo les habla a sus hijos, que somos nosotros.
Se vuelca en las mesas donde visitan los que hacen campaña para ser algo gubernamental (a mí sólo otra mesa colmada de quesos en Brasilia me ha dejado estupefacta).
Eso es la abundancia y así se mostró otra, aquélla en Celaya. Nunca pensé en la bondad de Dios textual en los frutos de la tierra y la sinfonía del mundo animal adornando los trigos, los huauzontles, las alcachofas, los ajonjolíes, los garbanzos, los ejotes, los nopales, y así yo de pie (tenía piernas entonces,) de veras asorpresada, porque había más que el petróleo, que era nuestro.
—Papá, ¿de qué está llena la bola en Celaya?
— De cajeta, hijita.
Pasaron los años y conocí a Jorge Díaz Serrano. Nos quisimos, mucho porque nos entendíamos sin palabras. Con él estuve en campaña en Sonora, cuando los suyos le dieron el bastón de mando, pues Jorge era ópata.
Así ha de haber sido Moctezuma II, nuestro emperador que nos hizo ricos antes de oír la dulce palabra Cantarell. Y Jorge, midiendo el incendio del agua petrolera y contándonoslo a Enrique Mendoza y a Elvia, su mujer, (esa noche vimos pasar el satélite desde un balcón del hotel en San Carlos, con todo y su mar).
Mas los tiempos cambian; vemos un México tan distinto que para los viejos mexicanos empieza a sernos difícilmente leves signos planetarios, digo, como cuando se viaja mucho y se duerme en camas diferentes y en cuartos absurdamente al revés del propio, al grado ya no de desconocer dónde se está, sino de encaminarse a un cuarto de baño inexistente y yo por lo menos llevarme un susto de ¡aúpa!
Por eso entiendo, no de la textual entendedera, sino sólo comprender entre sombras, las maravillosas ideas del maravilloso Stephen Hawking (uno de los hombres más amados de mi corazón, que solamente se mueve con la admiración, todavía más que el amor).
Y yo camino de recámara a estudio; de jardín a amontonadero de libros que fungen de biblioteca, quejándome de mi pobre humanidad. Cómo le daba lata a mi hermanito el doctor, porque “¡me dolía el pelo!”.
Ésas son las grandes lecciones del creador para nosotros los quejetas que quedamos en la tierra… Beatriz Reyes Nevares dice: “Cuando no me duele la pierna, me duele la oreja…”.
Por eso, porque se muere Stephen, porque ya no podemos ver la televisión sin un empalagamiento de violencia, pero no nada más en series y películas; en los noticieros es intolerable la matanza, la falta de respeto, la delincuencia y ahora, para acabarla de amolar, los cortos propagandísticos de política con el invento masivo de musicales.
O es un niño disfrazado de indígena alebrestado, tocando una guitarrita o una atroz, como le diría Margarita Michelena. ¡Ah! Que no se me olvide rogar a los meros meros de la televisión que instruyan a sus animadores sobre lo que es un evento, cualquier cosa banal, menos una catástrofe, un tifón, etcétera.
LOS REFLECTORES POLITICOS
– Agradecemos al prolijo comunicador capitalino Octavio Raziel García nos comparta su leída sección La vida como es, titulada “Silencio”
Con regularidad, el ser humano anhela aislarse del mundo; pero no sólo eso, aspira a dejar de oír sonidos indeseables, poner en paz su espíritu. Cuántas veces deseamos estar en una isla desierta o en una playa solitaria, donde los únicos sonidos sean el viento y el romper suave de las olas sobre la arena.
En alguna ocasión, el entonces Papa Benedicto XV convocó a los católicos a la práctica de un ayuno no sólo del cuerpo, sino de las palabras y de las imágenes, “ya que necesitamos –dijo- un poco de silencio, un espacio sin el bombardeo constante de las imágenes”.
La interminable lluvia de palabras y de imágenes que la radio y la televisión dejan caer sobre los mortales, no dan un minuto de respiro aquienes son atrapados de diversa forma por esos medios de comunicación, que las más de las veces actúan de manera unilateral.
Cuántas veces se escucha el mismo discurso del político; las promesas, casi todas ellas incumplidas, se repiten en cada campaña, hasta que el ciudadano común, harto de lo mismo, está dispuesto a dar su voto a cambio del silencio del candidato. El silencio es el terror de los políticos acostumbrados a la adulación, al aplauso, al rumor, al chisme, etcétera.
Según el filósofo chino Confucio, el silencio es el único amigo que jamás traiciona.
Cuando me trasladé al Estado de Morelos, me introduje a una aventura preciosa en un espacio en el que apenas se oye el ruido. Soy un náufrago en medio del silencio.
El silencio elocuente o los sonidos del silencio, fueron frases que yo escuchaba con regularidad, allá por los años 60’s.
Algunas comunidades monacales se han distinguido por su voto de silencio; tal es el caso de las monjas y monjes cartujos que hace más de 60 años se agruparon en una cofradía estricta en sus reglas y cuya vida fue llevada a la pantalla en la película “El gran silencio”.
Cuántas oportunidades perdemos por no saber callar a tiempo, como también las de por mantener el silencio cuando no debíamos haberlo hecho. Manejar el silencio es más difícil que manejar la palabra, decía el político francés Clemenceau.
Otro tipo de silencio es el que arrastran los sordomudos que, desde que nacen, están aislados en un cercado impenetrable frente al mundo que les rodea; pero el silencio más doloroso –creo yo- es aquel que se va adquiriendo, por enfermedad o por cuestiones genéticas.
Es el que sufren quienes escucharon la música, el trinar de los pájaros, el trueno y la galerna; las gotas de lluvia sobre el tejado, el ulular del viento y, de pronto, están incapacitados para oír, pues el escuchar lo han dejado atrás.
Hay que guardarse bien de un agua silenciosa, de un perro silencioso y de un enemigo silencioso, dice un proverbio judío.
El toque de silencio, aquel que cuando las trompetas emiten su lúgubre sonido y los tambores sus redobles, nos enchinan la piel y nos humedecen los ojos.
El silencio en el amor es sublime, cuando sólo se escucha el suave crujir del satín; o la respiración acompasada de la pareja, junto con palabras que se han quedado en la mente, que son más elocuentes que los gritos de te amo.
Con los años, el amor se va haciendo silencioso. Por eso dejé de escribir poemas de amor hace décadas; los que escribía tenían un nombre, una emoción y una intención. Después de eso, nada. En ocasiones, el silencio es la nada.
Grito y después de gritar
Busco respuesta en los recodos del silencio,
Pero el silencio no se rompe,
Quizás porque no quiere turbarse con mil voces.
Romper el silencio. – Fragmento. Poesía de Octavio Raziel (1964)
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LENGUA CON GUACAMOLE
– En fecha reciente, la política coatepecana Silva Isabel Monge Villalobos, hizo estas reflexiones con motivo de externar su simpatía con el candidato presidencial Ricardo Anaya Cortés:
A través de la historia, la vida política de nuestro país no ha sido caracterizada por su honradez y buenas formas.
Hoy, en estos tiempos estamos atravesando la peor contaminación y confusión para nuestra sociedad, ya que algunos políticos, empresarios y pseudo líderes, en su afán de mantener el poder, vitorean, empoderan, se suman y patrocinan a un personaje caduco, de mentalidad populista, arcaica y nada progresista, como lo es el candidato de MORENA.
Esto nos hace reflexionar y alzar la voz activamente y decir ¡México no debe ser Venezuela!
Queda claro que sólo Anaya Cortés en el Frente Por México, es la mejor propuesta para hacer que nuestro país pueda salir adelante y consolidarse con un cambio, sí, pero con un cambio inteligente, basado en un futuro mejor con posibilidades reales para todas y todos.
El PRI está fragmentado y dejó de ser una opción viable para los Ciudadanos, aunque pretendan hacer creer lo contrario.
Hace cinco años tomé la decisión de renunciar a la militancia del PAN porque los entonces líderes no respondieron a la campaña presidencial.
– La Fundación México con Valores y el organismo Movimiento Ciudadano recientemente ofrecieron en Córdoba y el puerto de Veracruz la conferencia “Socialdemocracia en Movimiento”, impartida por el presidente de la fundación, Ignacio Ovalle Fernández, a fin de fortalecer la cultura política de militantes y simpatizantes.
Al inaugurar los trabajos, el delegado nacional de Movimiento Ciudadano en Veracruz, Sergio Gil Rullán, explicó que la socialdemocracia es una ideología para buscar solución a los problemas económicos y políticos de la sociedad. “Debemos entender que la política es de los ciudadanos que todos los días se dedican a participar para construir cosas buenas”.
Por su parte, Ovalle Fernández dijo que la Fundación México con Valores, entrega reconocimientos en todo el país a aquellas personas que se desempeñan con esmero, principios, amor y eficiencia en su trabajo; “a quienes ponen en práctica diariamente los valores cívicos que permiten avanzar a la sociedad”.
Durante su conferencia, Ovalle Fernández, explicó que la social democracia: “más que una doctrina, es la aspiración más antigua de los seres humanos, para lograr que una sociedad sea simultáneamente más justa y feliz”.
– Al presentar el informe especial que la CNDH elaboró sobre la asignación y contratación de publicidad oficial, su presidente Luis Raúl González Pérez advirtió:
“El nivel de opacidad detectado por este organismo sugiere que las prácticas arbitrarias en la asignación y contratación de publicidad oficial se relacionan con su uso como premio o castigo en ocasiones a medios de comunicación por parte de diversas autoridades, lo que lacera profundamente el tejido social”.
– En su columna “Templo Mayor”, el periódico capitalino Reforma publicó hace poco: Caray, tanto quebrarse la cabeza en la Cancillería para encontrarle el modo a Donald Trump y lo único que se necesitaba era… ¡una revista!
Según la actriz porno Stormy Daniels, bastó con que le diera un par de nalgadas con una Forbes, para que el empresario comenzara a comportarse de manera apropiada. Ahora Enrique Peña Nieto ya sabe qué llevar en la maleta cuando vaya a Washington.
– Por su parte, la directora de la Organización Artículo 19 para México y Centroamérica, Ana Cristina Ruelas, señaló que la falta de una legislación para la asignación de la publicidad oficial permite que los actores gubernamentales usen el dinero público para distorsionar las coberturas de medios y desequilibrar la contienda electoral porque los hechos de mayor interés público se tratan de maquillar y borrar de la historia. Reiteró que la actual administración ha gastado más de 40 mil millones de pesos en publicidad oficial.
CAMINANDO POR ENRIQUEZ
– Gracias al erudito comunicador capitalino José Aspiros Villagómez por enviarnos esta interesante colaboración.
Hace una década escribí -y se publicó- una serie de artículos sobre los sucesos más importantes de 1968 en México y en el mundo, de los cuales ahora se cumple medio siglo.
Sería ocioso abordar otra vez los mismos temas, pues lo poco nuevo que se ha sabido o ha sucedido, desde 2008 acerca del caso mexicano, figura en libros y revistas que los lectores sobrevivientes de entonces y las nuevas generaciones, ya deben conocer.
En aquellos textos me faltó referirme a Jean-Paul Sartre y su participación en el ‘mayo francés’, pero eso también ya ha sido muy documentado y conocido, lo mismo que el papel de ciertos militares el 2 de octubre de 1968, a lo cual se refieren libros como -por ejemplo- “Jinetes de Tlatelolco” (Ediciones Proceso), de Juan Veledíaz.
Conforme se acerquen este año las fechas del cincuentenario -26 de julio y 2 de octubre principalmente- surgirán nuevos libros, ediciones especiales de revistas, suplementos, programas en medios electrónicos y material en sitios digitales; también habrá marchas, actos, conferencias y minutos de silencio, de manera que será poco lo que me resuelva a agregar (o «sepultar» en los complejos laberintos de internet) a la montaña de textos que habrá sobre estos temas.
Salvo excepciones en su momento, otros sucesos de 1968 ajenos a los movimientos estudiantiles se quedarán como los escribí hace una década.
Por ello, mi aporte principal será compartir directamente con ustedes mis trabajos anteriores (archivo adjunto) y les pido que, si los leen, tomen en cuenta que en todos menciono que los hechos
ocurrieron hace «cuatro décadas» y no cinco, o «40 años» y no 50, porque esos textos datan de 2008. Y si los divulgan, por favor no olviden el crédito correspondiente.
Adjunto también la foto que tomé de la puerta histórica que sucumbió hace medio siglo a aquel bazucazo que muchos recordarán, y otra con la fachada completa y no sé quién la tomó, ni (ojo) si esté sujeta a derechos de autor.
Agradezco que reciban este material y quedo en espera de sus siempre nutrientes y bienvenidos comentarios en cualquier sentido.
DEL DIQUE HASTA SAN JOSE
– Gracias a la bien informada comunicadora Yamiri Rodríguez Madrid poir enviarnos su reciente colaboración, titualada “Los reporteros veracruzanos”
Leobardo Vásquez Atzin, el reportero papantleco, se convirtió en el quinto compañero en ser asesinado durante la administración del gobernador panista de Miguel Ángel Yunes Linares.
En el gremio hay dolor, pero también enojo, indignación, porque la lista de asesinados va en aumento; porque ningún caso se ha esclarecido, porque en todos, a la primera de cambios, se les ha criminalizado.
No ha habido un cambio de los tiempos del duartismo a los del yunismo: al reportero se le sigue acallando, a la mala y el mandatario en turno, afirma que todo es una exageración.
En este caso, el más reciente, la Fiscalía General del Estado dijo que no era reportero, que era taquero, como si la gran mayoría de los sueldos en los medios, dieran para vivir en la exclusividad.
Muchos reporteros ganan 20 pesos por nota publicada o al aire, sin seguridad social, ni vacaciones ni días de descanso. Todos tienen que mantener a una familia, por eso ser taquero y reportero, maestro y reportero, comerciante y reportero es algo común, pero no un delito.
Y los partidos y personajes políticos sacando raja de la situación, la oposición aprovechándose de la sangre para señalar una vez más la ineficiencia del mandatario en turno; hoy alzan la voz los que no dijeron nada cuando 17 periodistas fueron asesinados en el duartismo.
La CNDH, como en más de 20 ocasiones, condena los hechos: no le queda de otra cuando hasta organismos extranjeros se pronuncian contra lo que pasa en Veracruz, aunque a las palabras se las lleva el viento, aunque en nada cambien las cosas.
Por eso, a través de la plataforma digital Change.org periodistas veracruzanos exigimos justicia y el esclarecimiento de cada uno de los asesinatos; por eso otros más se manifestaron para hacer escuchar su voz.
El reportero siempre denuncia las injusticias, es la voz de otros, pero cuando se trata de nosotros mismos, nadie nos escucha, nadie se preocupa, todos se hacen de la vista gorda. Una vez más preguntamos: ¿Cuántos más?
LA PLAZUELA DEL CARBON
– Gracias a la gentil abogada pozarricense Maura Evelia Aguiar Jiménez por compartirnos su reciente colaboración Enfoque Urbano, con el título de 6“México, como Alicia en el país de las maravillas”.
Como el cuento del inglés Lewis Carroll, en donde la niña Alicia cae por un agujero y llega a un mundo peculiar, con humanos raros, animales humanizados y criaturas antropomórficas, que se mueven dentro de lo absurdo y como jugando con la lógica, con reyes y reinas crueles y tiranos y un conejo blanco que guía a la niña entre la incertidumbre y dudas frecuentes y sin dirección alguna.
Los “electores” mexicanos hemos caído en un agujero lleno de caos y como el gato de Cheshire, el INE nos orienta, señalando opciones para votar pero éstas no nos llevan a ninguna parte; no importa el camino que escojamos, no se vislumbra solución alguna para los problemas nacionales y la enorme frustración popular.
Consecuencia directa de un sistema presidencialista que permite asumir todo el poder – ejecutivo, legislativo y judicial- a un solo hombre, que gobierna bajo sus particulares intereses, el país se hunde buscando cada seis años un presidente que “ahora sí” vele por los intereses nacionales.
Por eso, como ciegos se debate si es mejor Toño, Anaya , Andrés o Margarita; se ponderan sus cualidades y se j7uzgan sus debilidades, sin considerar que ninguno en lo individual puede sanar las heridas que nos han hecho las nefastas dictaduras.
Ante eso, México necesita:
1.-Eliminar la figura de senadores y diputados plurinominales.
2.-Reducir sueldos en todos los niveles de la administración pública.
3.-Autonomía legislativa, judicial y electoral.
4.-Apoyos financieros a la estructura productiva.
5.-Seguridad pública.
6.-Incentivos fiscales.
7.-Apoyos al sector agropecuario y pesca.
8.-Disminuir el alto costo de la vida.
Y sobre todo, dejar de ver como dioses superdotados a quienes ocupan un cargo público, que es su legítimo derecho en una sociedad republicana y democrática.
Disminuir los poderes presidenciales debe ser el objetivo, no hacer grandes a nuestros verdugos.
DEL DIQUE HASTA SAN JOSE
– Agradecemos al politólogo Emilio Cárdenas Escobosa nos comparta su leído espacio De Interés público, esta vez titulado “Romper el conformismo”.
La frustración y el desencanto de amplias franjas de la sociedad mexicana ha llegado a niveles pocas veces vistos en los años recientes. Esa molestia social se potencia ante la explosión delictiva que nos hace vivir con miedo y el autismo de la mayoría de los políticos ocupados en sus negocios y en las batallas electorales para seguir en el presupuesto.
Poco importan la inseguridad ciudadana, la violencia sin control, la exhibición de corruptelas de quienes gobiernan; la crisis económica, el empobrecimiento de las clases medias, la condena a la miseria de millones de mexicanos, cuando observamos el francamente cínico y deplorable comportamiento de la clase política que vive en otro mundo, distante años luz, del de las angustias cotidianas de la gente.
Más ocupados en defender sus intereses y sus negocios, con la mirada y la atención puestas, hoy por hoy, en amarrar una candidatura, en estar en el equipo del abanderado, en comprar boleto para el reparto del pastel que vendrá tras los comicios del 1° de julio.
Mientras, la inconformidad ciudadana no pasa de expresarse amargamente en el seno de la familia, en los círculos de amigos, en el café, en publicar en redes sociales sus burlas a los políticos o satirizar todo y, eventualmente, en la participación en efímeros movimientos para exigir mayor seguridad o asuntos concretos del interés de colonos, transportistas, estudiantes, comerciantes o ciudadanos que reclaman una obra pública prometida y no realizada; decisiones administrativas que les afectan, que se haga justicia ante algún abuso de autoridad o ante los crímenes impunes.
Pero en todos los casos, lamentablemente son manifestaciones aisladas, con demandas que luego de ser satisfechas o mediatizadas, o peor aún, relegadas al cajón de los asuntos sin importancia de nuestras burocracias, no conmueven a otros más allá de a los directamente interesados, a las víctimas de estos hechos o abusos.
Porque es regla general que el grueso de la población sigue su vida mirando de lejos a los que protestan, satanizándolos las más de las veces porque “afectan a terceros”, creyendo que lo malo les pasa a otros, no a uno, pensando que ya Dios proveerá, que el próximo gobernante saldrá mejor que el anterior y ahora sí cumplirá. El conformismo, la abulia, el desinterés por hacer algo para cambiar la situación, nos lastran.
¿Cómo es posible que mientras en otros países la sociedad se movilice hasta hacer caer a presidentes o logra que se enjuicie a los responsables de casos notables de corrupción, como el de los sobornos de la empresa brasileña Odebrecht?
Sólo en México no ha pasado nada, cuando todas las evidencias apuntan al propio presidente Peña Nieto, además del ex director de Pemex, Emilio Lozoya, quien con todo y la supuesta investigación de la PGR, sigue tan campante?
¿Cuántos, más allá de sus familiares y sectores de la población más informados, se acuerdan de los desaparecidos de Ayotzinapa, de los comunicadores asesinados, de las miles y miles de víctimas de la irracional violencia que azota a nuestro país? ¿Quién se ha movilizado para protestar cuando las autoridades criminalizan a las víctimas, como ya es costumbre?
En México, para nuestro infortunio, las movilizaciones de protesta las más de las veces son comandadas por activistas que terminan arreglándose “en lo oscurito” con los negociadores gubernamentales, o descubren gustosos el filón que significa liderar protestas y terminan de dirigentes partidistas o candidatos, engrosando las filas de la clase política que padecemos.
No hemos logrado entender, pese a los avances organizativos de la sociedad civil, que no hay gobierno que resista una ola creciente de protestas ciudadanas y el rechazo mayoritario a políticas públicas o decisiones que afectan a la población. Pero parece que los mexicanos, en su gran mayoría, sólo se quejan y pocas veces actúan.
¿Será por eso que tenemos a una clase política como la nuestra? ¿Es cierto, entonces, que cada pueblo tiene el gobierno que se merece?
Sólo en épocas electorales, al calor de la pasión de la competencia, parece surgir la esperanza de que es posible lograr que las cosas cambien. De hacer que nuestro voto, lo más codiciado por Partidos y candidatos, premie o castigue a los políticos.
Ello explica, sin duda, las tendencias del voto y las preferencias electorales que vemos en el caso de la elección presidencial y en los comicios que se celebraran en varios Estados de la República.
El deseo de cambio es mayúsculo y es evidente que muchos ciudadanos tienen la convicción de que con nuestro sufragio podemos dejar con las ganas a quienes han fallado, a los simuladores y los corruptos; a quienes hoy nos ofrecen el oro y el moro, a los que reparten despensas y dádivas a diestra y siniestra, a los que ofrecen cambiar en verdad y ahora sí ser mejores, mientras preparan la estrategia para robarse la elección, para trampear la voluntad popular.
Con todo y pese a todo estamos, como nunca, frente a la oportunidad de hacerlo.
Lo que los candidatos ofrecerán en las campañas políticas próximas a iniciarse es previsible: más seguridad, combatir a la delincuencia, más programas asistenciales, reactivar la economía, oportunidades para todos, atacar la pobreza extrema, entre un sinfín de temas en miles y miles de spots, en toneladas de propaganda-basura y en mensajes en redes ad náuseam. Como veremos, la guerra de filtraciones, de ‘fake news’, memes, de bots contra bots, la guerra de lodo, pues, sin control ni misericordia.
Que alentador será que este año los mexicanos sepamos decir ¡Ya basta! al estado de cosas y plantarle cara a la inseguridad, la simulación, las promesas que no se cumplirán y la corrupción que envilece nuestra vida pública y degrada a las instituciones.
Querer es poder, y los mexicanos algún día debemos despertar. ¿Será de verdad tan difícil?
¿O será cierto que nuestra proclividad a conformarnos y aguantar a que nos esquilmen y defrauden sin protestar, a privilegiar el desmadre, a trivializar y reírnos de nosotros mismos, nos volverá a dejar como siempre en el “ya merito”? Ya lo veremos.