El paso de ómicron por la CDMX puso un freno a la avasallante movilidad que ya se veía en las calles. Las últimas dos semanas, el tráfico vehicular disminuyó, hay menos gente en el Metro y bajaron las ventas en las plazas comerciales.
PROCESO
El paso de ómicron por la CDMX puso un freno a la avasallante movilidad que ya se veía en las calles. Las últimas dos semanas, el tráfico vehicular disminuyó, hay menos gente en el Metro y bajaron las ventas en las plazas comerciales. Ante el récord de contagios de la semana antepasada –que superó los 60 mil casos– la gente realmente tiene miedo. Y eso se refleja incluso en las escuelas capitalinas, donde, según una encuesta de la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación (CNTE) aplicada entre el viernes 14 y el martes 18, al menos 500 escuelas de educación básica reportan contagios y 88 regresaron a clases a distancia.
CIUDAD DE MÉXICO (Proceso).– Después de tres días de intentar, sin éxito, obtener una ficha para hacerse una prueba rápida gratuita de covid-19, Miranda –como pide que la llamen–, de 49 años, tomó dos cobijas, se puso dos capas de ropa abrigadora, preparó su cena y llegó al macrokiosco del centro de San Nicolás Totolapan, en la alcaldía Magdalena Contreras, a las 20:00 horas del miércoles 19 para formarse y conseguir la ficha número 1 del jueves 20.
Su novio la acompañó toda la noche, pero temprano se fue a trabajar. Estuvieron solos, sentados en una banca, hasta que alrededor de las tres de la madrugada llegaron otras dos personas a formarse, pese a la alerta amarilla por bajas temperaturas, de entre 4 y 6 grados, de acuerdo con el servicio meteorológico. Para ella no es opción pagar por una prueba en laboratorios o farmacias privadas, pues no tiene trabajo ni dinero.
“No tengo nada de síntomas, pero tengo familiares con el virus. Bueno, la verdad es que no vivo con ellos ni he tenido contacto, nada más vine por saber si tengo covid o no”, confiesa Miranda mientras muestra el papelito rosa que le marcaron con bolígrafo. El primero de 200 que se repartieron ese día. El macrokiosco comienza a operar minutos después de las nueve de la mañana; casi 14 horas después, ella regresa a su casa con su resultado… negativo.
Miranda es una de las 30 mil personas que a diario, en promedio, se hacen una prueba rápida o de antígenos en los 18 macrokioscos que el gobierno capitalino instaló en plazas públicas, además de las que se hacen en casi todos los 117 Centros de Salud de la Secretaría de Salud (Sedesa) y en 10 plazas comerciales para atender la demanda que la variante ómicron ha provocado a su paso por la Ciudad de México.
Pese a los llamados de las autoridades a que la gente, si no tiene síntomas fuertes, se aísle siete días y no corra a hacerse la prueba, las filas siguen. En la cuarta ola de la pandemia, acabar con la incertidumbre es prioridad. Tampoco se ha hecho caso al llamado oficial a que los empleadores no pidan a sus trabajadores el resultado positivo al virus para justificar la incapacidad laboral. Por el contrario, capitalinos y habitantes del Estado de México siguen haciendo largas filas para no perder su empleo.
O bien, los empresarios siguen cargando al gobierno su responsabilidad, al enviar cada dos semanas a sus trabajadores a hacerse una prueba para evitar brotes y ausentismo. Por eso Diego Ortiz, empleado de una imprenta, está formado en la fila del Hospital General Regional número 1 del IMSS, en la alcaldía Benito Juárez.
“Me mandó mi jefe por protocolo por el nuevo brote y para protegernos todos”, dice. Su novia, Karla Fernández, lo acompaña, aunque no tiene síntomas, pero “para descartar y no tener ningún problema, no contagiarnos y seguirnos cuidando”. La semana antepasada, sus padres se contagiaron y están aislados.
Crece ausentismo en escuelas
El miércoles 19, la maestra Laura, quien pidió su anonimato, impartió su última clase presencial con sólo tres alumnos en la secundaria pública donde trabaja en el sur de la CDMX. Días antes, fue común escuchar en los pasillos del plantel que al menos 10 maestros y administrativos ya estaban contagiados. Hubo quienes ni siquiera regresaron de las vacaciones porque ya tenían el virus, recuerda.