Arturo Reyes Isidoro
El lunes, la semana laboral abrió con dos encuestas que nuevamente le dieron la ventaja a Andrés Manuel López Obrador sobre Ricardo Anaya y José Antonio Meade.
Tuvo mayor repercusión la de Alejandro Moreno, de El Financiero, que dio 46% de preferencia electoral a AMLO contra 26 de Anaya y 20 de Meade. El puntero le sacaría al menos 20 puntos a su más cercano seguidor. En la campaña presidencial, cada punto porcentual equivale a aproximadamente 600 mil votos.
Lo que destacó el periódico especializado en negocios y finanzas es que el tabasqueño ya logró conquistar la región norte del país, en la que dominaba el PAN, pues tiene ahora 39% de la intención de voto, a diferencia de hace seis años cuando apenas alcanzaba 17%, esto es, creció 22 puntos.
Los porcentajes efectivos por regiones del país son: Norte, AMLO 39%, Anaya 28 y Meade 19; Centro Occidente, AMLO 36%, Anaya 35% y Meade 21; Centro, AMLO 54%, Anaya 19 y Meade 21; Sur (ahí entra Veracruz), AMLO 54%, Anaya 23% y Meade 18%.
Esta encuesta también midió la intención del voto por partido para la elección de diputados federales. El resultado arrojó que 41% votaría por los candidatos de Morena, 24% por los del PAN y 19% por los del PRI.
El portal sinembargo.mx publicó otra encuesta, ésta de Bloomberg, que pone al tabasqueño en punta con 45% de la intención del voto, a Anaya con 29.3 y a Meade con 18.8. Lo que destaca es que el rally alcista del panista, que había iniciado el 16 de abril, terminó luego de varias semanas de crecimiento, pues disminuyó 1.8%, mientras que el moreno subió apenas una décima y el priista creció ocho décimas.
Así se va a llegar al segundo debate el próximo domingo, con un candidato que no cae pese a que nadie lo dio por ganador en el primero y luego le desataron una intensa guerra sucia que está a todo lo que da.
Lo que no queda duda es que la elección presidencial dejará profundamente dividida a la población mexicana, entre los que desean que gane el tabasqueño y los que rezan porque pierda e incluso esperan un milagro.
El lunes 7 de mayo de 2018 algunos amigos me hicieron llegar un mensaje, vía guasap, que me pareció oportuno y que creo que debiera ser una especie de tratado, de Biblia electoral a seguir para salir lo más indemnes posibles del proceso electoral y del resultado de la elección.
“SOLO RECUERDEN
¾No sudar calenturas ajenas.
¾No desgarrarse el alma por quien mañana ni te saludará.
¾Prohíbete denigrar e insultar al que no piense ni actúe como tú.
¾Ten presente que todos los actores políticos van a negociar todo cuanto puedan, y al final y como siempre se olvidarán de ti y de mí.
¾Sin pasiones épicas y estériles… podrás reflexionar tu voto.
¾!NO! De ninguna manera te pelees con tu vecino, amigo, compañero, conocido y familiar por una persona que busca un puesto de elección popular…
¾Los políticos en su gran mayoría no son agradecidos ni hacen fila para abordar un camión, comprar tortillas o simplemente ir al mercado. Nunca los verás en tu vida rutinaria y al vecino, amigo etc., etc., sí.
Hagamos una campaña de respeto”.
De respeto en todos sentidos, digo yo, para no exponer innecesariamente a personas que a veces tienen que hacer cosas por la presión de quienes con alguna autoridad sobre ellas se los piden.
Digo esto por el testimonio que tengo de que en algunas iglesias de Xalapa algunos párrocos han pedido a feligreses que se involucren para tratar de orientar el voto no obstante que el Mensaje de los Obispos de Veracruz del 15 de abril lo prohíbe.
Los prelados dejaron establecido en su punto 4: “Los ciudadanos buscaremos que sea el bien de todos el que ilumine y motive nuestro voto personal, libre, secreto, razonado, acompañado del mejor discernimiento de cada ciudadano, buscando cuál opción puede propiciar el mayor bien posible. Habremos de discernir cuál opción puede conducirnos a tener acceso a la paz, la seguridad, la confianza y la justicia, al respeto de los derechos humanos y a la solidaridad real con los pobres y excluidos”.
En su punto 8 establecieron: “Será responsabilidad de cada ciudadano hacer su propio y libre discernimiento sobre las propuestas de las personas concretas: Sobre sus convicciones y estilo de trabajo, sobre su ideología y los resultados que han dejado a lo largo de su trayectoria política o ciudadana en el pasado. Ayudará a los votantes valorar la cercanía del candidato con el pueblo, así como la coherencia en cuanto a su capacidad de servicio, honestidad, transparencia y consistencia para mantener la palabra dada”.
Un párrafo que llamó la atención fue el del punto 10: “Es un deber de conciencia para el ciudadano no dejarse llevar por las apariencias, ni por quienes buscan comprar su voto a través de presiones o a cambio de dádivas o promesas de cargos políticos, o por la pretensión de perpetuar sin mérito a las mismas familias o grupos en el poder”.
Y en el punto 12 dejaron muy claro que: “Como pastores estamos llamados a ser factores de unidad y de comunión, de reconciliación y de paz, por lo que no es nuestro papel hablar en favor o en contra de ningún candidato o partido político en particular; hemos de respetar la libertad de los fieles laicos en sus opciones políticas, dentro de un pluralismo de partidos”.
El domingo pasado algunos pidieron a feligreses que al salir de la misa preguntaran a los demás sus nombres y si van a votar por equis candidato para la Presidencia. Los interrogados se molestaron. Respondieron que eso no se los iban a decir y que a nadie darán cuenta de su decisión, porque es muy personal. En otro caso, una catequista envió un mensaje por guasap a un grupo haciendo propaganda a favor de un candidato. El resto le reclamó y le pidieron que no lo volviera a hacer.
Amigos me han comentado que en sus iglesias sintieron el mensaje de la homilía dominical pasada como orientado contra un candidato. Me dijeron que nadie los va a hacer cambiar de opinión porque ya tienen tomada su decisión.
Quién sabe si la jerarquía de la Arquidiócesis de Xalapa está enterada, pero por las reacciones, la misma feligresía puede terminar dividida y molesta, y algunos hermanos hasta siendo mal vistos por los demás sólo por obedecer a sus pastores aunque no estén de acuerdo o convencidos con lo que los mandan a hacer.
Ejemplarmente, la Iglesia en Veracruz no sólo se ha convertido en un actor importante en el actual proceso electoral, sino que se ha pronunciado en contra del caciquismo y entronamiento de algunas familias y grupos en el poder, ha pedido a los feligreses que no vendan su voto por una despensa y que no se dejen presionar.
Pero sería decepcionante, por la autoridad moral que tienen, que los religiosos incurrieran en las mismas prácticas de los políticos a los que critican y de los que quieren salvar a sus feligreses, que cayeran en la incongruencia de decir una cosa y hacer otra. Ellos son la esperanza para ayudar a cambiar el estado de cosas que daña al país, sustituyen en mucho al Poder Legislativo porque hacen contrapeso a los abusos del poder, y toda la confianza y el respeto que se han ganado podría irse por la borda si abandonan su postura imparcial y se pintan ya de un color y se colocan unas siglas encima. Sería decepcionante. Pero todo puede esperarse.