Arturo Reyes Isidoro
Cuitláhuac García Jiménez se convirtió ayer en el primer gobernador de izquierda que gobernará Veracruz. El OPLE le entregó su constancia de mayoría que lo acredita como Gobernador Electo. Logró la hazaña en su segundo intento. Hace dos años Miguel Ángel Yunes Linares, del PAN, lo derrotó. Este año vino por la revancha y ganó. Es el gobernador más votado y por lo mismo el más legitimado en la historia del Estado con 1 millón 667 mil 239 sufragios contra 1 millón 453 mil 938 votos de su más cercano competidor Miguel Ángel Yunes Márquez. También es el primer gobernador no casado que llega al cargo por lo que ayer se convirtió en el soltero más codiciado. Es además un excelente bailador de salsa. Igual, Veracruz tiene dos nuevos senadores de izquierda: Rocío Nahle y Ricardo Ahued, quienes recibieron su constancia de mayoría. Obtuvieron 1 millón 820 mil 499 votos, más que el propio nuevo gobernador.
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“Dad al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios”, dice Mateo en su evangelio (22, 21).
Hoy hay que dar crédito a la Iglesia católica de Veracruz por el papel que jugó en el resultado del proceso electoral de este año.
Por la participación ciudadana (votaron 3 millones 765 mil 057 ciudadanos, en su mayoría feligreses, de una lista nominal de 5 millones 775 mil 918 electores), que alcanzó un porcentaje de 65.56%, se comprueba que el mensaje de los Obispos de Veracruz del 15 de abril tuvo un gran impacto.
Pero la Arquidiócesis de Xalapa abonó a la derrota del proyecto yunista azul desde antes, al señalar las arbitrariedades que se estaban cometiendo.
Por ejemplo, en su mensaje dominical del 5 de noviembre de 2017, casi un año después de que gobernaban los actuales, denunció que muchas oficinas públicas estaban “llenas de recomendados que no sólo no tienen el perfil profesional que se requiere sino que también han adoptado actitudes prepotentes e injustas”.
Firmado por el presbítero José Manuel Suazo Reyes, vocero de la Arquidiócesis, el comunicado señalaba que “las nuevas administraciones han traído también nuevas formas injustas de tratar a los trabajadores” y que “son muchas las personas que viven con la angustia y el temor de perder el empleo”.
La Iglesia hacía eco de las quejas por la arbitrariedad y la prepotencia con las que desde que llegaron trataron los funcionarios yunistas a los trabajadores del Gobierno del Estado; otros fueron despedidos sin que los liquidaran conforme a la ley.
“Nos tratan como si nosotros fuéramos Javier Duarte”, se quejaban los empleados de la burocracia. Sobre el despido injusto, el 30 de diciembre de 2016 un trabajador del hospital de Huayacocotla, Miguel Ángel Gómez Pérez, se encadenó cuando se enteró que él y otros 599 compañeros suyos del Seguro Popular acababa de ser despedidos sin ninguna consideración
“Si quieren cambiar las cerraduras para quitarme mi empleo tendrán que cortarme la mano”, declaró entonces y recordó: “Miguel Ángel Yunes Linares prometió en su campaña que la primer acción iba a ser encarcelar a Javier Duarte, no afectar a la clase trabajadora. No somos 600 los afectados, atrás de nosotros hay hijos, yo tengo tres. Esto es una manera ruin de llegar a destruir vidas”, se quejó. “… yo no tengo miedo de represalias, tengo miedo de no darle de comer a mis hijos”.
Aunque hasta meses después, la Iglesia católica de Veracruz los escuchó por fin y denunció la situación.
Pero también antes del Mensaje de los Obispos de Veracruz del 15 de abril de este año, el domingo 8 de ese mes, casi tres meses antes de la votación, la Arquidiócesis dijo en forma muy clara: “No es ético comprar votos, ni lucrar con las necesidades más sentidas de la población vulnerable, ni vender las credenciales de elector, eso es una forma perversa de corrupción”.
Para entonces ya estaba el reparto de despensas a todo lo que daba y la Iglesia censuraba que a cambio se condicionara a los beneficiarios para que entregaran su credencial de elector.
El 15 de abril el ahora cardenal Sergio Obeso, el arzobispo de Xalapa Hipólito Reyes Larios y todos los obispos de Veracruz lanzaron su proclama.
Llamaron a los ciudadanos de Veracruz a participar responsablemente en las elecciones del 1 de julio.
Argumentaron que era urgente que lo hicieran ante el reto de los grandes desafíos de la vida cotidiana como el desempleo, la inseguridad y la corrupción y por los agravios a la vida humana, la delincuencia organizada y la crisis de los valores “que son fundamento de la convivencia familiar y política, lo que la gran mayoría de los veracruzanos percibe.”
Alertaron desde entonces: “Es un deber de conciencia para el ciudadano no dejarse llevar por las apariencias, ni por quienes buscan comprar su voto a través de presiones o a cambio de dádivas o promesas de cargos políticos, o por la pretensión de perpetuar sin mérito a las mismas familias o grupos en el poder”.
Esto se tomó como una alusión directa al gobernador Miguel Ángel Yunes Linares por su pretensión de que fuera su hijo mayor quien lo sucediera en el cargo y por eso lo había impuesto como candidato del PAN.
El documento lo firmaron además de Obeso y Reyes Larios, los Obispos Rutilo Muñoz Zamora, de Coatzacoalcos; Luis Felipe Gallardo Martín del Campo, de Veracruz; José Trinidad Zapata Ortiz, de Papantla; Eduardo Porfirio Patiño Leal, de Córdoba; Eduardo Cervantes Merino, de Orizaba; Juan Navarro Castellanos, de Tuxpan; Fidencio López Plaza, de San Andrés Tuxtla; Rafael Palma Capetillo, Obispo Auxiliar de Xalapa; y Lorenzo Cárdenas Aregullín, Obispo Emérito de Papantla.
La Iglesia ya no dejaba lugar a dudas que no estaba de acuerdo con la forma en que se conducía el gobernador ni con su intención de que el próximo gobernador fuera su hijo.
Su postura era inédita. Nunca antes la jerarquía religiosa de Veracruz había participado abiertamente en una elección y menos se había opuesto al proyecto político de un gobernador. Que se sepa, tampoco ha ocurrido en ningún otro lugar del país. También juntos estaban haciendo historia.
El 22 de abril la Arquidiócesis recomendó volver a los mensajes de los obispos y releerlo. Aclararon: “El tema electoral es un asunto público porque nos involucra a todos, por tanto nadie debe escandalizarse cuando los pastores hablan de estos asuntos, lo que además se hace en el marco de la ley”.
Advirtieron: “Que nadie se asuste con la participación y que nadie se sienta con derecho de querer silenciar las diferentes voces que se deben escuchar, en eso consiste una democracia”.
Remarcaban que el mensaje de los obispos era un documento que expresaba el pensamiento de los pastores de la Iglesia Católica sobre el proceso electoral.
“Los obispos han hablado como pastores que conocen a sus ovejas, saben suficientemente de sus sufrimientos, de las necesidades más apremiantes que les aquejan, de sus temores y de lo que esperan. También tienen conciencia que ha habido quienes se han aprovechado del redil, lo han dispersado y han dejado sin alimento”.
El 29 de abril, al iniciarse las campañas de los candidatos a la gubernatura, la Arquidiócesis no quitó el dedo del renglón. Apuntó que era fundamental conocer el historial de los participantes, sus propuestas, si tenían un perfil competente o eran unos improvisados, si tenían cualidades propias y méritos “o simplemente navegan con la fuerza de otros”.
“No es tiempo para improvisar o experimentar. Todos queremos que nuestro Estado esté mejor y por eso habrá que escoger a quienes consideremos estén bien preparados y sean las mejores personas”. El único novato era el hijo del gobernador.
El último domingo de campañas, una semana antes de la votación, los jerarcas religiosos dijeron que esperan que la votación fuera no sólo copiosa sino que se llevara a cabo en forma ordenada civilizada y pacífica, como ocurrió.
Recordaron que el voto es un derecho y un deber ciudadano, e invitaron a votar de forma libre, razonada, discernida, informada, responsable y secreta, lo que también sucedió.
Ayer la Arquidiócesis de Xalapa horas antes de que declararan a Cuitláhuac García como Gobernador Electo señaló que “no hay tiempo para improvisar o ensayarse”, que se requiere competencia “y no caer en los abusos de autoridad que hemos padecido grandemente”.
Expresó que toca ahora a los ciudadanos verificar que se lleve a cabo lo que se anunció “con tanta pasión” durante las campañas.
“Las autoridades electas tienen, además, la gran responsabilidad de concretar dichas promesas de campaña para resolver los grandes problemas y desafíos que estamos enfrentando”.
Bien pudo haber rematado: Misión cumplida.