Arturo Reyes Isidoro
En su columna “Coordenadas” del pasado 20 de abril, Enrique Quintana, director general editorial de El Financiero, preguntó en el título (encabezado) de su texto: “¿Cuándo empezará a perder poder AMLO?”.
El experimentado periodista recordó que la historia política de México apunta a que los ciclos sexenales marcan como el punto más alto del poder del presidente el momento en el que elige su sucesor. “Y, a partir de entonces, comienza a bajar rápidamente”.
También expresó que cuesta imaginarse que, en estos tiempos, el presidente nombre a su sucesor, “pero va a suceder”. Rememoró que diversos presidentes del pasado dijeron que esa era la decisión más difícil de todo su sexenio.
Recapituló que la designación de Labastida como candidato fue el mayor fracaso de Zedillo; que perdió poder desde entonces y, además, eligió a un candidato perdedor.
Seis años después Fox eligió a Creel pero Calderón le arrebató la candidatura y logró tomar el poder. Calderón, a su vez, no pudo lograr que el PAN postulara a su candidato Ernesto Cordero y la abanderada resultó Josefina Vázquez Mota.
Peña Nieto, apunta Quintana, comenzó a perder poder desde 2014 cuando le estalló la crisis por el caso de la “Casa Blanca” y la masacre de Ayotzinapa. Cuando destapó a Meade, ya estaba erosionado.
Para el caso de AMLO, argumenta, la historia no está escrita. Comenta que Morena pudiera no ir como un grupo plenamente integrado y coincidente y hay riesgo de que la elección de su sucesor no le salga como la tiene pensada.
Dice que así como este gobierno empezó a mandar meses antes de tomar posesión, también pareciera que la erosión de su poder puede ocurrir antes de lo usual. “Y va a ser peor al final de este año, cuando ya exista un candidato o candidata presidencial que atrape las expectativas”.
Por la experiencia que hemos vivido cada ciclo sexenal, coincido con su opinión.
A más tardar en agosto habrán decidido quién
Recuperé la columna de Enrique Quintana ayer luego de que leí en El País que el presidente López Obrador ya marcó el ritmo sucesorio a su partido y a los cuatro aspirantes a sucederlo: Claudia Sheinbaum, Adán Augusto López, Marcelo Ebrard y Ricardo Monreal.
El reportero Zedryk Raziel publicó que en la reunión con senadores que sostuvieron el viernes pasado en el Palacio Nacional, el presidente les pidió que en tres meses definan quién abanderará su proyecto guinda, según le confirmaron dos de las personas que estuvieron presentes.
Por eso deduce que en julio o a más tardar en agosto, una vez pasadas las elecciones de Coahuila y el Estado de México, se sabrá quién será el candidato presidencial de Morena, o sea, de López Obrador.
El 27 de abril, otro experimentado analista, Raymundo Riva Palacio, en su columna “Estrictamente Personal”, que también publica en El Financiero, comentó que la enfermedad de AMLO, el covid-19 y la afección cardíaca resultado de ella, “modificaron sustancialmente la hoja de ruta de la sucesión presidencial”.
Dijo que previo al “váguido” que sufrió ya había habido un primer ajuste para que el proceso sucesorio se decidiera en agosto, pero tras el incidente de salud “la estrategia se revolucionó, evolucionó y se abrieron todo tipo de escenarios en el seno de Palacio Nacional para que en su momento puedan ser implementados”. Todo indica que agosto se queda como el mes clave.
En “Prosa aprisa” del viernes pasado, comenté: “Algo, que no se sabe exactamente qué, está pasando en el escenario político nacional, o va a pasar. El repentino ‘váguido’ que le dio a Andrés Manuel agitó las aguas, que por ahora siguen revueltas y no dejan ver con claridad qué hay en el fondo.
Coincidentemente, el miércoles se celebró una reunión con gobernadores en la Ciudad de México, pero también fueron citados los delegados de Bienestar de todo el país y los directores (antes delegados) de la Secretaría de Gobernación”.
Con lo publicado ayer en El País, ya se puede tener una idea qué pasó: el presidente decidió que casi sea cuanto antes la nominación de quien lo va a relevar. Entonces, se precipitarán las cosas.
Posibles explicaciones
Si se confirma la especie, caben dos posibles explicaciones. Una es empezar de ya la campaña electoral en forma adelantada, aunque en forma disfrazada, ante la inquietud y preocupación de que pudieran perder la elección en 2024. En adelante, todos los esfuerzos oficiales estarían encaminados a fortalecer la base de Morena y la imagen del candidato o candidata. Posiblemente a eso se debió que citaron a todos los delegados de Bienestar.
Otra posible explicación es que el estado de salud de Andrés Manuel es verdaderamente delicado y sus médicos le recomendaron que no se agite más, y por eso, antes de que su salud se deteriore o incluso lo imposibilite de tomar la decisión con plenitud, va a dejar listo su relevo.
Pero además, para llevar lo más tranquilamente posible, dentro de lo que cabe, el resto de su gobierno, ya solo 16 meses; esto –eso pienso–, para empezar a quitarse golpes y derivar asuntos pendientes a su sucesor, pero también para dedicarse solo a la conclusión de sus dos grandes proyectos pendientes: la refinería de Dos Bocas y el Tren Maya.
Esta celeridad por adelantar la nominación de su relevo explicaría también por qué su prisa por sacar todas las reformas posibles pendientes de su gobierno en el periodo ordinario de sesiones que recién terminó, pasando incluso por encima de la ley, porque además está muy consciente que se le acaba el tiempo.
También, por qué en los últimos días, cada que puede, está llamando a la unidad a los contendientes a sucederlo una vez que se nomine al candidato (en realidad precandidato, aunque sea pura formalidad), insistencia porque tal vez sabe o intuye que va a brotar la inconformidad, que alguno o algunos no van a aceptar el resultado de la encuesta que defina y pueden terminar en la oposición.
Marcelo no acepta que haya favorita
El domingo en Veracruz, por ejemplo, Marcelo Ebrard fue muy claro, prácticamente le lanzó una advertencia a AMLO: o hay encuesta o hay favorita, esto en clara alusión a la preferencia, hasta ahora, mostrada a favor de Claudia Sheinbaum.
Me he venido preguntando si el canciller en realidad cree en la limpieza y legalidad en el proceso electoral, en el caso suyo ahora interno de Morena, cuando él ha participado en forma activa en el modo de hacer política en México, que para nada se caracteriza por su limpieza y legalidad.
Dos cosas: él sabe muy bien cómo se definen las cosas en México y él, como pocos, conoce bien a López Obrador. Sabe que la democracia se reduce al dedazo presidencial y que el tabasqueño no es de fiar en su palabra. Creo que le sigue el juego, para ver hasta dónde van a llegar las cosas.
Soy de los que mal pienso que por eso no ha gastado un solo centavo pintando bardas, colgando pendones, colocando espectaculares y haciéndose propaganda por todas las formas posibles, porque sabe que eso equivale a un tiradero de dinero ya que AMLO va a decidir con un dedazo y todo lo demás va a salir sobrando.
De todos modos será bueno que entre más pronto mejor se defina y se sepa quién será el candidato oficial. Entonces ya tendremos claridad del rumbo que va a tomar el país, o si va a seguir por el mismo camino. Lo cierto es que vendrán y tendremos días convulsos y debemos estar preparados para tomar posición y actuar en consecuencia.