Arturo Reyes Isidoro
Xalapa vive, desde que llegó por segunda vez a la presidencia municipal Ricardo Ahued, un verdadero frenesí de construcción de obras.
Han sido y son tantas y en diferentes puntos que necesariamente alteran el ritmo de la ciudad y causan molestias. Muy entendible.
Cuando me acuerdo de su antecesor Hipólito Rodríguez, que dejó hecha un desastre la capital, soy de los que aplaude y aprueba su trabajo, aunque cause molestia.
Hay un dicho muy cierto que dice que solo no se equivoca quien no hace nada. A Ahued lo critican algunos porque señalan que no planea bien, opinan que primero debiera empezar en una calle o avenida y luego en otra, y así, sucesivamente.
Tiene alguna lógica, pero el alcalde, según entiendo, no lo hace así porque se le ocurre o por capricho. Tiene una poderosa razón, para mí totalmente comprensible y justificada.
Cuando he podido, le he hecho visitas de cortesía para saludarlo y felicitarlo por su trabajo. Me ha recibido, siempre con mucho respeto y hasta en forma amistosa, además porque recibe y escucha a todos, sin distingos.
No ha habido ocasión en que lo vea, que no esté revisando bonches de solicitudes de obras y servicios y no saque algún mapa de todos los puntos de la ciudad en los que se está trabajando. Es admirable.
Pero, ¿por qué su frenesí de trabajo, de obras y servicios? Porque tiene muy claro que si no ejerce el dinero de las partidas de los programas y los fondos federales puede caer en subejercicio y tener que devolverlo; además, porque tiene muy presente que hay plazos establecidos para ejercerlos y para comprobar que fueron bien utilizados, para lo que eran y estaban programados.
Empresario, comerciante también, estoy seguro que jamás dispondría del dinero público para ahorrarlo, colocarlo en un banco, y menos en uno que no garantizara seguridad en la inversión, y se sentaría a esperar que empezara a “sudar” para disponer de los intereses para su provecho personal, apropiándoselos.
Estoy seguro que como empresario sabe que se puede especular y jugar con capitales para tratar de obtener dividendos, ganancias y hasta tal vez algún día sabremos que Casa Ahued incursiona en el mercado bursátil, en la Bolsa Mexicana de Valores, por qué no, si otros xalapeños como los Chedraui, que empezaron con una pequeña tienda, juegan desde hace muchos años en las Ligas Mayores del mundo de las finanzas y la economía. Pero juegan y arriesgan sus capitales.
Una cosa, pues, es una cosa, y otra cosa es otra cosa, como diría el filósofo de Güemes. No es lo mismo el mundo empresarial que el servicio público.
¿Cómo se juntaron los 300 mdp ahora perdidos?
Ayer comenté que el gobierno de Veracruz, a través de los Servicios de Salud de Veracruz (Sesver), depositaron 300 millones de pesos en el banco Accendo, que se declaró en quiebra en septiembre de 2021, por lo que, por el momento ese dinero está perdido y será difícil que se recupere, o tal vez se rescate solo una parte.
Pero forzosamente mientras operó ese banquito se generaron intereses de los cuales los veracruzanos no saben nada, en qué o para qué se utilizaron o a las manos o a los bolsillos o a las alforjas de quiénes fueron a parar.
Se supone que esos 300 millones de pesos los entregó el gobierno federal para los servicios de salud de los veracruzanos, que se debieron haber ejercido conforme a un programa y a un calendario precisos y para obras y servicios puntuales, cuya aplicación debió fiscalizar la Contraloría General del Estado, primero, y luego la Auditoría Superior de la Federación.
No me explico cómo fue que juntaron o acumularon esos 300 millones si los recursos –las ministraciones, les llaman, en lenguaje técnico– se entregan mes a mes y se supone que se van aplicando. Es lo normal y lo correcto, y los administrativos y los contralores y los auditores lo saben muy bien.
300 millones de pesos no es poca cosa. Si los tuvo el gobierno cuitlahuista para depositarlos a través de Sesver, entonces es que no los aplicó para lo que eran; acaso quepa decir que hasta los desvió. Por la fecha en que cerró el banco, septiembre de 2021, se deduce que desde meses o años atrás se depositó la suma.
Ningún gobierno es una empresa privada que pueda especular con los recursos
Pero resulta que el gobierno, ningún gobierno, es una empresa privada y los recursos que se le otorgan, que provienen de lo que pagan los causantes, o sea usted y yo, son para ejercerse en obras y servicios para el bienestar público. Es criminal si no se usan y se dejan en el subejercicio o si se desvían, peor aún si se utilizan para depositarlos en un banco para especular a fin de obtener intereses cuyo destino quedará en la opacidad,
más cuando son recursos para cuidar la salud de la población.
Desde su inicio este gobierno no pudo satisfacer las necesidades más urgentes de la población enferma e internada en los hospitales públicos; padres y familiares de niños con cáncer han realizado protestas, marchas y bloqueos de calles para exigir que les doten de medicamentos oncológicos, porque en algunas ocasiones por largos periodos han carecido de ellos y algunos niños han muerto como consecuencia.
No invierten el dinero y se les caen hospitales a pedazos
Apenas el lunes pasado, a las siete de la mañana, cayó un elevador del hospital infantil conocido como la Torre Pediátrica del puerto de Veracruz, del tercer piso al primero. Como consecuencia tres enfermeras resultaron con lesiones, Eva Michelle Andressa Lewin, Sulamita Escandón y Claudia Cruz. Las tres han aparecido ante la prensa con collarines en el cuello y mostrando los certificados médicos que dan fe de sus lesiones.
Pero ante todas las evidencias, el secretario de Salud, Gerardo Díaz Morales, en lugar de preocuparse por su estado de salud y solidarizarse con ellas, con una gran desfachatez, a todas luces condenable, ¡negó que hubiera ocurrido el percance!, incluso equivocó el lugar del accidente, pues dio por hecho que se hablaba del Hospital de Alta Especialidad, que está al lado.
“Fue totalmente falso, simplemente el elevador dejó de funcionar, dejó de operar, pero no hubo lesionados, ni hubo enfermeras lastimadas, no hubo absolutamente nada; el proveedor ya nos dio un dictamen técnico y ya está operando como debe”, declaró ante los reporteros con un gran cinismo. Tan decente que se veía el señor. ¿Cuándo se sienta a la mesa de su casa, podrá ver de frente a sus familiares, directo a sus ojos, cuando públicamente miente y está dispuesto a poner en riesgo vidas humanas a cambio de un hueso en el gobierno?
Ahí están las consecuencias de la grave irresponsabilidad del gobierno de Morena, de Cuitláhuac García Jiménez, que prefiere retener el dinero, no destinarlo para lo que se autorizó y entregó, juntarlo, ahorrarlo y depositarlo en un banco de dudosa calidad para especular y obtener ganancias cuyo destino no está claro, en lugar de dedicarlo a darle mantenimiento a las instalaciones hospitalarias poniendo en riesgo la vida de los trabajadores del sector.
En todo esto obligadamente hay responsables o un gran responsable, pero ya se sabe que al gobierno lo caracteriza la impunidad y que protege a sus malos funcionarios, e incluso sale a defenderlos desde el mismo palacio de gobierno.
Y apenas el viernes pasado, López Obrador prometió, desde Juchitán, Oaxaca, que cumplirá su promesa de 2018 de tener un sistema de salud como el de Dinamarca, “ya lo pensé mejor; va a ser mejor que el de Dinamarca”. Mientras, en Veracruz, un hospital se le está cayendo a pedazos.
Luismi ilumina los días de Cuitláhuac
Pero ya es viernes y el gobernador Cuitláhuac García Jiménez lo sabe, como sabe muy bien que en su Tour 2023 Luis Miguel viene al puerto de Veracruz el 12 de diciembre, Día de la Guadalupana.
El miércoles, tan pronto como se enteró de la gran noticia del mundo de los espectáculos, no se aguantó las ganas de enviarle un mensaje a través de su cuenta de Twitter:
“Tu música ha sido la banda sonora de nuestras vidas, te esperamos por Veracruz y deseamos de todo corazón que tu voz siga iluminando nuestros días. ¡Muchas felicidades!” ¿Y qué creen? Luismi le respondió en el acto: “Pronto”.
Tarareo “Tengo todo excepto a ti”: “Oh oh oh / Se ve que no te voy / Se ve que no me vas / Se ve que en realidad solo me quieres / Como a un amigo más / Como algo de siempre / Ya ves me equivoqué / Creí que era feliz / Pensaba que yo lo tenía todo / Tantos amigos, caprichos amores locos / Tengo todo excepto a ti / Y el sabor de tu piel / Bella como el sol de abril / Qué absurdo el día en que soñé / Que eras para mí…” ¡Coro! ¡Coro lectores!
Señor gobernador, ¿por qué bajó su tuit? Aparte su responsabilidad usted tiene todo el derecho a tener sus gustos y preferencias, y a manifestarlo, por qué no. El 12 de diciembre, que lo disfrute, que se divierta. ¿Ya se percató? De hecho con eso cierra usted su quinto año de gobierno y abre su sexto y último. Qué ni mandado a hacer.
Agradecimiento
La tarde de este viernes, periodistas del sur de Veracruz y la Universidad del Golfo de México campus Acayucan harán un reconocimiento a un grupo de compañeros por más de 30 años de ejercicio periodístico.
Recibirán un testimonio Adrián Medina Olaya, Delfina Reyes Domínguez, Enrique Reyes Grajales, Jesús Gutiérrez Cruz, Joel Ferat Ávila, Manuel Moreno Lastra, Taurino Hernández Cabrera, Melitón Morales Domínguez, José Valencia Sánchez, Ángel Gustavo Cadena Mathey y este columnista.
El galardón tiene el gran valor de que nos lo otorgan nuestros pares y una institución académica y no el gobierno o algún partido político. Mi agradecimiento.