Arturo Reyes Isidoro
Si Beatriz Paredes afirma que no hay pacto entre los gobiernos federal y estatal por el que se haya resuelto ya que el yunismo azul apoyará a Pepe Meade a cambio de que se le entregue la gubernatura, entonces es que no lo hay.
Su afirmación en tal sentido, al acudir ayer al registro de Pepe Yunes ante el OPLE, plantea un nuevo escenario que forzosa y necesariamente abrirá una línea de confrontación, abierta, al menos electoralmente, con el grupo en el poder en el Estado.
Bien lo interpretó el dirigente estatal del PRI, Américo Zúñiga, cuando en el mismo acto declaró también que campaña electoral significa guerra en Veracruz. Así es. Sin cuartel. Como en la lucha libre, a tres caídas sin límite de tiempo, en la que se disputa máscara contra cabellera.
En realidad, Pepe Yunes ya lo había venido diciendo, pero el dicho de la personera en el Estado y en el sureste del país del candidato presidencial Meade acabó de despejar cualquier duda que hubiera o quedara.
Creo que la especie de un acuerdo surgió ante el evidente apoyo del Gobierno federal al gobernador Miguel Ángel Yunes Linares en el primer año de su gestión y por los apapachos que le prodigaba el Presidente bien en sus visitas a la entidad o cuando lo recibía en Los Pinos.
A ello se sumaron las derrotas del PRI en el pasado proceso electoral municipal y una especie de modorra en la que cayó el priismo veracruzano, que hizo pensar y creer que ya no tenía nada que hacer en la elección de este año, y que ni le interesaba.
Se empezó a manejar entonces que Peña Nieto no quiere irse como el Presidente que entregó de nuevo Los Pinos a la oposición, esta vez a Morena, y que tenía que sacar adelante, al precio que fuera, a su candidato Pepe Meade, por lo que había pactado con Yunes Linares que pidiera al electorado veracruzano que votara por su hijo para gobernador y por Meade para Presidente, y que le facilitarían el triunfo de su vástago.
Esa fue la versión que permeó prácticamente hasta el pasado 13 de marzo cuando, me atrevo a creer, fue el propio gobernador quien dio pie a que se empezara a desmoronar, al pisar un callo cuando salió en velada defensa del candidato presidencial panista Ricardo Anaya por la investigación a la que lo tiene sometido la PGR por presunto lavado de dinero.
Si uno se atiene a la versión íntegra del discurso del Presidente ese día, se limitaba a exaltar los logros de su gobierno y las obras y acciones en Veracruz y a favor de los veracruzanos. Pero en uso de sus “libertades”, el gobernador se salió del protocolo, entró en un terreno pantanoso incluso por las limitaciones legales a las que están sujetos como gobernantes, el electoral, y de ribete defendió al que tal vez es ahora el enemigo número uno de Peña Nieto.
Por como iban o pintaban las cosas entre los dos, puede que el titular del Ejecutivo federal confiara en el gobernante estatal y que lo viera como un aliado, por al menos dos defensas públicas que había hecho a su favor, lo que ningún otro gobernador ni del PAN ni del PRI se había atrevido.
Tal vez el desencanto y la desconfianza llegó entonces de repente cuando el mexiquense, seguramente atónito para sí mismo además por la imprudencia política de su anfitrión al mencionar la soga en la casa del ahorcado, escuchó él mismo, no se lo fueron a contar, que el gobernador defendía a quien ha amenazado con meterlo a la cárcel si llega a la Presidencia, en lo que sería una copia de la versión de lo que ocurrió en Veracruz cuando Yunes Linares basó su campaña en ofrecer que metería a la cárcel a Javier Duarte si ganaba, lo que le dio éxito electoral y lo que contribuyó a cumplir.
El Presidente estará de nuevo este jueves en Veracruz, concretamente en Misantla y en Boca del Río, y es posible, o casi seguro, que veamos a los gobernantes saludándose, en realidad cubriendo las apariencias. ¿Si hubiera un acuerdo, en la víspera de la visita presidencial la coordinadora de Meade en el Estado se hubiera atrevido a desmentirlo sabiendo que podría causarle un desaguisado político a su jefe?
Tres visitas en menos de quince días a Veracruz por parte de un Presidente para poner obras en servicio y presidir un acto oficial no había ocurrido nunca antes.
¿Por qué le agarró tanta prisa a Peña Nieto, y tanto interés, si pudo haber venido antes en forma espaciada y si todavía tiene ocho meses para hacerlo antes de que concluya su mandato?
Creo que tiene poderosas razones: una, porque el próximo miércoles 28 se vence el periodo legal electoral para que los servidores públicos difundan y promocionen los resultados de sus gobiernos, antes de que inicien las campañas electorales federales el viernes 30.
Otra, debido a que el Gobierno federal tiene mucha y cuantiosa obra en Veracruz, y quiere ser el propio titular del Ejecutivo el que las cacaree antes de que acá se las apropien y las presuman como suyas, al menos eso pienso (ya ha ocurrido y no se ha aclarado que la inversión es federal).
Tres, porque el Presidente viene e hacer campaña, en forma disimulada, con resultados a favor de su partido y sus candidatos, para decirle a los electores veracruzanos que los gobiernos priistas sí cumplen y lo demuestran con hechos, eso también creo.
Cuatro, porque Veracruz tiene el tercer padrón electoral más grande del país, y del resultado que aquí se obtenga en la elección del 1 de julio dependerá mucho quién resulte Presidente.
El 13 de este mes, cuando estuvo en Totalco, Perote, adelantó que regresaría al Estado, “con mayor regularidad”, “porque hay muchas cosas que entregar, muchas cosas que inaugurar, muchas cosas que supervisar de las obras que está realizando el Gobierno de la República”.
Me llamó la atención que especificara que son obras de su gobierno. Viene a promocionar lo suyo e incluso a anticiparse con obras y resultados tanto a Ricardo Anaya como a Andrés Manuel López Obrador.
Será una forma indirecta de meterle el hombro al priismo, así como tanto a Pepe Yunes como a Pepe Meade ante el electorado veracruzano, más ahora cuando salido a proclamar que es falso que haya un acuerdo para entregar la gubernatura.
Viene la guerra, pues, incluso la guerra de lodo, negra, de la que muchos saldrán manchados. No se dude.
Desde el inicio de la última década del siglo pasado no regresaba un Presidente a Misantla. Fue Carlos Salinas de Gortari el que estuvo por primera vez para encabezar un acto con motivo del Día del Maestro, en el que estuvo acompañado por el gobernador Dante Delgado.
En aquella ocasión Salinas distinguió al periodista Froylán Flores Cancela a quien visitó en la casa de su familia.
Un dato del que ahora pocos se acuerdan ahora es que mientras se desarrollaba el acto oficial, afuera jóvenes misantecos realizaron una protesta portando máscaras con la imagen de Salinas y demandándole que abandonara el gobierno.
Peña Nieto estará también en Boca del Río, bastión de la familia Yunes Linares-Márquez.