Arturo Reyes Isidoro
Hace dos semanas, el historiador y escritor Enrique Krauze, una de las mentes más lúcidas del país, hizo una reflexión para alertar a los mexicanos sobre los riesgos del poder absoluto en una sola persona.
Sin mencionarlo por su nombre, era obvio que se refería al riesgo no de que gane la Presidencia Andrés Manuel López Obrador sino de que tenga también el control de las Cámaras de Diputados y de Senadores del Congreso de la Unión.
En un mensaje videograbado de tres minutos, cita ejemplos de la historia tanto de Europa como de Asia, América Latina y México para ilustrar su preocupación.
Es obvio que su inquietud tiene razón de ser: ve venir, como reflejan todas las encuestas, no sólo el triunfo de AMLO sino también de los candidatos de Morena al Congreso.
Es cierto, estaríamos ya en la antepuerta de regresar a una etapa que se creía superada: la del “carro completo”, la del “de todas, casi todas” del PRI hegemónico que nos gobernó por más de 70 años. La historia nos enseña lo que pasó con el poder absoluto que ejercieron los presidentes priistas, Krauze cita algunos ejemplos concretos.
López Obrador, con la fuerza que tiene entre el electorado viene pidiendo “voto parejo” a favor de su partido, esto es, que sufraguen no sólo por él sino en cascada por todos los candidatos morenos, sean quienes sean.
Pero hay voces que piden “voto cruzado”, esto es, que si votan para que él sea Presidente enriquezcan la pluralidad votando por candidatos a senadores y diputados de otros partidos a fin de lograr un Congreso que le haga contrapeso.
Vale la pena leer íntegro y reflexionar lo que dijo el intelectual mexicano:
“Hoy 13 de junio, a dieciocho días de las elecciones, permítanme compartir con ustedes una reflexión sobre el poder absoluto. El poder absoluto en manos de una persona ha dejado una estela de destrucción a lo largo de la historia. Los ejemplos abundan.
En el siglo XX en Europa y Asia el poder absoluto recayó en manos de líderes de derecha e izquierda, fascistas o comunistas que destruyeron a sus países y provocaron la muerte de decenas de millones de personas.
En el siglo XX en América Latina el poder absoluto en manos de líderes de derecha e izquierda, militares genocidas o dictadores revolucionarios sofocó las libertades y provocó hambre, desolación y muerte.
En el siglo XX en México el poder absoluto de los presidentes, todos del partido oficial, tenían al menos el límite de la no reelección y sin embargo el poder absoluto hizo mucho daño. Basta recordar la matanza de Tlaltelolco ordenada por Díaz Ordaz, la represión del diario Excelsior ordenada por Luis Echeverría, la quiebra del país causada por la administración de López Portillo y la corrupción impune en tiempos de Salinas.
Desde 1997, año en que el PRI perdió la mayoría en la Cámara de Diputados, ningún Presidente ha tenido poder absoluto en el Congreso: ni Zedillo, ni Fox, ni Calderón, ni Peña Nieto.
Elección tras elección, en el año 2000, 2006 y 2012, se ha elegido Presidente de un partido y a los diputados y los senadores de otro. Esta votación dividida ha dado continuidad a la democracia y ha preservado las libertades, sobre todo la libertad de expresión.
Por eso, para seguir construyendo nuestra democracia y preservar nuestras libertades, pienso que es muy importante que en las próximas elecciones dividamos nuevamente nuestro voto y por eso me permito dar libremente mi opinión.
Votemos por el candidato presidencial que nos convenza pero cuidemos que el próximo Presidente no tenga la mayoría del Congreso; el Congreso es el principal dique de contención para limitar el poder absoluto de un Presidente. El Congreso debe ser plural, el Congreso no debe ser, como en el siglo XX, un órgano servil del Presidente.
México no debe volver a ser un país de un solo hombre, a México lo construimos todos, México somos todos. Evitemos la concentración del poder absoluto en manos de una persona, dividamos nuestro voto. Digamos no, hoy y siempre, al poder absoluto”.
Es la historia la que motiva su preocupación. Las lecciones que nos ha dejado en México son muy amargas. Su reflexión es oportuna porque estamos a punto de dar nuestro voto y debemos aprender de la historia.
Creo que su mensaje tiene también aplicación en Veracruz. Encaja perfectamente y cobra una gran actualidad.
En 2016, luego de 86 años de gobiernos priistas, se dio la alternancia en el Estado. El nuevo gobernador habló entonces de la importancia de la pluridad y del pleno respeto a la división de poderes, tomando como referente el entreguismo del Congreso local –incluidas las bancadas de oposición (con sus muy contadas excepciones)– a su antecesor, lo que provocó un grave daño a Veracruz que todavía pagamos y que pagarán muchas generaciones.
Pero el desencanto no tardó en llegar. El Ejecutivo sometió al Legislativo (incluida su bancada y parte de la de oposición) y maniobró para hacerse de la Junta de Coordinación Política, eliminando cualquier contrapeso. El actual Poder Legislativo, como en los mejores (o peores) años del priismo, es un poder servil a los dictados del gobernador, quien prácticamente tiene el poder absoluto en Veracruz.
Creo que con Javier Duarte ya tuvimos suficiente, pero no aprendemos y seguimos permitiendo la concentración del poder en una sola persona. Aunque en Veracruz el problema es más grave ahora porque se trata no sólo de eso sino de eternizarse en el poder, no de la continuidad sino del continuismo, se trata de ahogar la participación de nuevas opciones que refresquen el ejercicio del poder que sufre un desgaste natural. En 2016 se votó por la alternancia no por la permanencia de un solo hombre y su familia en el poder.
No tengo nada personal contra Miguel Ángel Yunes Linares ni contra su hijo mayor cuya aspiración es legítima pero fuera de tiempo por el conflicto de interés que crea el hecho de que estén en poder de la gubernatura. Se trata de un claro caso de nepotismo aunque los veracruzanos hablan de “una monarquía” donde se hereda el poder. Una definición de nepotismo (https://definición.de/nepotismo/) dice: “En los Estados donde rige la meritocracia (un sistema para el cual el mérito justifica el ascenso en el marco de una escala jerárquica), el nepotismo está considerado como un acto de corrupción. No se acepta, a nivel social, que un dirigente político decida destinar recursos públicos a un familiar o amigo por cuestiones de simpatía o afecto”.
Hasta ahora el gobernador ha sido respetuoso de mi derecho a opinar y lo reconozco. Pero estoy en contra, lo digo abierta y públicamente con mi nombre y apellidos y asumo las consecuencias, de que pretenda mantenerse en el poder a través de su familia aprovechándose del poder absoluto que ejerce, ese poder absoluto del que alerta Krauze. Temo que si los veracruzanos no los frenan en las urnas el próximo domingo se eternicen en el gobierno y en el poder.
Se decía que México sería otra Venezuela si la izquierda ganaba la Presidencia, pero resulta que en Veracruz estamos a un paso no sólo de ser otra Venezuela sino también otra Bolivia, otro Brasil, otro Uruguay, otra Nicaragua, otra Argentina, otra República Dominicana, otra Cuba, otro Perú, otro Paraguay, que en el pasado no muy lejano se caracterizaron por sus dictaduras personales y familiares y en donde costó mucha sangre devolverle al pueblo el poder, regresar a la democracia y a la pluralidad.
Como ciudadano celebré la alternancia en 2016, la llegada al poder de la oposición. No sólo era sano sino necesario. Esperaba lo mejor, un verdadero cambio. A Miguel Ángel Yunes Linares le creí como le creí en su momento a Fidel Herrera Beltrán. Resultaron lo mismo, ser iguales. Fidel impuso a su hijo político Javier Duarte, Miguel pretende imponer a su hijo sanguíneo Miguel Ángel. Las consecuencias las pagamos los veracruzanos.
Expreso mi desacuerdo y mi oposición como veracruzano a lo que prácticamente sería una reelección. Constituiría un retroceso en el avance democrático que hemos logrado.
Vamos a ir a las urnas dentro de cinco días. Si el candidato del PAN gana limpiamente, si así se lo reconocen los tribunales federales (los locales están sometidos también) y los observadores internacionales, lo reconoceré y aceptaré y trataré de ayudarlo desde mi quehacer natural en este espacio: denunciando todo abuso de poder, criticando cualquier traición a la voluntad popular, exigiendo que se cumpla lo que se ha prometido.
Deseo para Veracruz, como desea Enrique Krauze para el país, un dique, un contrapeso a quien resulte gobernador. El panismo a través de su bancada resultó igual que el priismo. Todo le aprueba al gobernador. No le exige cuentas ni resultados y con la excepción de Cinthya Lobato, que es lo que fue Ricardo Ahued como priista para el PRI en el Congreso, que hace crítica y autocrítica, todo lo demás es sometimiento y vergonzoso servilismo. Y todavía los diputados de esa bancada pretenden reelegirse. También estoy contra de ese tipo de reelección porque el Congreso, otra vez como apunta Krauze, no debe ser un órgano servil del gobernador.
Parafraseando a Krauze, Veracruz no debe ser un Estado de un solo hombre. A Veracruz lo construimos todos. Somos todos. Evitemos nosotros también la concentración del poder absoluto en manos de una persona, de una familia. Digamos no, hoy y siempre, al poder absoluto.
Un consejo de Maquiavelo
En un excelente artículo como son todos los suyos, que publicó el lunes en el diario Reforma, Jesús Silva Herzog-Márquez hizo unas “sugerencias” sobre en qué debemos pensar al votar, sugerencias con base en los consejos políticos de Maquiavelo, que retomó de un libro reciente del biógrafo del florentino, Maurizio Viroli.
Casi para terminar, Silva Herzog-Márquez anota: “… siempre será peligroso mantener a los mismos en posiciones de poder. Cuando el gobierno permanece fijo durante largos periodos se cierra a los cambios, genera lealtades perversas, se ciega a la realidad. La alternancia es el oxígeno de la vida pública”.
Cierra Pepe en el velódromo
El candidato de la coalición Por un Veracruz Mejor, Pepe Yunes, cerrará su campaña este miércoles a las cinco de la tarde en el Velódromo de Xalapa.
Recogieron credenciales a policías
Para evitar que voten, recogieron todas sus credenciales de elector a policías del Estado. Están que revientan.