Arturo Reyes Isidoro
Qué cosas de la política.
El viejo, el casi nonagenario PRI –en marzo pasado cumplió 89 años–, el dinosaurio se mueve y da señales de renovación, pero también de madurez de sus militantes.
La denuncia que presentó ayer el vocero de ese partido en contra del propio Comité Directivo Estatal, del que se supone que forma parte, marca un hito y aunque las partes alegan tener la razón, si encauzan el hecho en forma debida puede resultarles de gran provecho.
No es ningún secreto que en Veracruz, por lo que hace a los otros dos grandes partidos, el PAN y Morena (este apenas se consolida pero ya es una realidad), no se permite la autocrítica y si se hace se toma como disidencia y se castiga al osado que se atreva a inconformarse públicamente.
En el PAN la dirigencia estatal no decide pues quien lo hace es el gobernador Miguel Ángel Yunes Linares, una copia fiel de la manera de actuar de los gobernadores priistas, como que el actual gobernante tiene su origen político en el Revolucionario Institucional.
En ese partido nadie, absolutamente nadie, ni de la dirigencia estatal ni de su grupo legislativo, menos de algún comité municipal o algún consejero de cualquier nivel, se atreve a disentir y a cuestionar al gobernador y si lo hace se expone a represalias, censura que se extiende a todos los integrantes del Gobierno del Estado incluyendo a los del PRD que se supone que son de “izquierda”.
En Morena sólo decide el “dedito” de Andrés Manuel López Obrador. Ahí también nadie se atreve a cuestionar las decisiones del hoy encumbrado candidato presidencial y menos a hacer público su reclamo. Lo que priva es la sumisión y el silencio. Si alguien disiente, entonces lo encasillan dentro de la “mafia del poder” y lo expulsan del paraíso del “mesías tropical” –Enrique Krauze dixit.
Lo que llevó a la situación de crisis que vive el PRI fue ese ejercicio de poder vertical y autoritario donde sólo tronaban los chicharrones del Presidente o del Gobernador en turno. Sólo se hacía lo que dictaba su voluntad, fuera justo o no, tuviera razón o no.
La resta de poder le ha servido para varias cosas, una de ellas para conocerse a sí mismo hacia adentro, para poner a prueba a su militancia, para saber quiénes han estado o estuvieron en sus filas sólo para medrar o sacar raja política, por interés pero no por convicción y ahora se han ido o se están yendo porque ya no ven ningún botín qué asaltar, casi mataron a la gallina de los huevos de oro y la dejaron desplumada; pero también le ha servido para autoconsolarse comprobando que existen militantes convencidos y fieles tanto en las buenas como en las malas, aunque creo que a la mayoría sólo les han tocado las últimas.
Así, cuando más lo necesita y le urge para demostrar a los ciudadanos que hay verdadero interés de cambio, de corregir las cosas, de marcar nuevos rumbos, de adaptarse a los nuevos tiempos donde las redes sociales han fortalecido la pluralidad, pero también la inconformidad social en forma abierta y han roto con toda censura e intento de control político, al PRI se le presenta la disidencia pública por iniciativa de uno de los suyos.
Ayer Marco Antonio del Ángel Arroyo hizo público que denunció ante el Tribunal Electoral de Veracruz (TEV) irregularidades en la aprobación de la lista de candidatos a diputaciones locales plurinominales del tricolor y que por lo tanto presentó un Juicio para la Protección de los Derechos Político-Electorales, sus derechos.
Su inconformidad no es porque no lo hayan incluido en la lista de los que ingresaron al vestidor para el partido, sino porque lo mandaron a la banca a la espera de que falle o se lesione uno de los titulares y pueda saltar él a la cancha: quedó en la posición número nueve, por lo que tiene pocas posibilidades de obtener una curul.
Acusó que hubo omisiones del dirigente estatal Américo Zúñiga Martínez y opacidad porque se ocultó el nuevo Reglamento de la Comisión Política Permanente (CCP), que definió las candidaturas. En esencia impugnó la Sesión Extraordinaria del 12 de abril de la CCP del Consejo Político Estatal (CPE), cuando se aprobó quiénes serían los “buenos” y sus lugares privilegiados en la relación de los nominados.
Argumento muy bien su inconformidad: dijo que previo a la sesión en que se aprobaría la lista, Américo no convocó al CPE a fin de designar a los integrantes de la CPP y después no emitió la convocatoria y/o invitación a militantes o simpatizantes con la intención de participar en el proceso interno de selección de candidatos a diputados plurinominales, “de tal suerte que los criterios que rigen dicho proceso se desconocían o no existían, lo que sin duda violenta el principio de certeza del proceso interno”.
Señaló también que el pasado 21 de octubre de 2017 el Consejo Político Estatal emitió un nuevo Reglamento Interior de la Comisión Política Permanente, que hasta la fecha no ha sido publicado ni se ha dado a conocer “por ningún otro medio… lo que materialmente hace imposible que los suscritos quejosos conozcamos las reglas y procedimientos de la integración de la Comisión que emitió el acto reclamado”.
Expresó que los actos denunciados son violatorios de sus derechos como militante y simpatizante tricolor.
“Hoy nuestro partido debe renunciar a los cotos de poder y preguntarse qué puede aportar cada uno de sus militantes… Este juicio es por la reivindicación del PRI de Veracruz… por la voz de la militancia y el fortalecimiento de nuestra vida democrática”, fue su manifiesto.
Anoche la dirigencia estatal mediante boletín de prensa hizo su defensa también con argumentos y dijo que no hubo irregularidades ni opacidad en el proceso, “como lo ha señalado, en todo su derecho, un militante”. Destaca que no lo haya descalificado y que lo trate con todo respeto y consideración, lo que habla de la tolerancia y de la madurez de Américo Zúñiga.
A reserva de que el Tribunal le dé la razón a quien la tenga, si los priistas y en especial su dirigencia están dispuestos al cambio celebrarán: 1) que sus militantes no sean sumisos ni conformes y que protesten cuando no están de acuerdo; 2) que con resuelta decisión y sin temor alguno hagan sus denuncias públicas; 3) que estén alertas e informados (como en el caso de Marco Antonio) para que no los trate de engañar nadie, nunca más y se acabe con el abuso que eso provoca; 4) que sean capaces de cuestionar a su propia dirigencia o a sus superiores, algo propio sólo de las democracias desarrolladas, del primer mundo; 5) que su inquietud, inconformidad, rebeldía, disidencia o su protesta la encaucen por la vía legal, institucional, con argumentos sólidos ante los organismos o tribunales adecuados; 6) que quieran mejorar las cosas desde adentro y por lo tanto critiquen con autoridad y no que se comporten como verdaderos mercenarios y abandonen las filas, echen pestes del partido que les dio todo y se pasen al enemigo; 7) que demuestren que no son políticos de contentillo que si les dan o sacan algún provecho su partido es el mejor, pero si no, es lo peor que existe; 8) que, como manifiesta Del Ángel Arroyo, su protesta e inconformidad sea por una causa superior como reivindicar a su partido, en este caso al PRI.
El joven vocero le da la gran oportunidad a la dirigencia de su partido de demostrar que le asiste la razón o, por el contrario, que quiere hacer las cosas diferentes y bien, una oportunidad para que antes de que resuelva el Tribunal tome la iniciativa, acate la voz de su militancia y reponga el proceso selectivo para estar dentro de la normatividad si es que se falló, con lo que le enviaría un gran mensaje al electorado de que hay un nuevo PRI, el que pretenden José Antonio Meade y Pepe Yunes y por el que, por lo tanto, hay que ir a votar.
Quiero pensar que fue tanta la presión de quienes querían amarrar no sólo una candidatura sino una candidatura que asegurara una curul, que la dirigencia pudo haber actuado fast-track y omitido pasos estatutarios para resolver, pero que estaría dispuesta a corregir si es que hubiera alguna violación estatutaria, aunque previa negociación la lista quedara igual o casi igual.
Creo que lo más importante y oportuno para el priismo es que puede demostrar que tiene voluntad para iniciar una nueva etapa política en Veracruz, que el dinosaurio es capaz de renovarse y de cambiar de verdad, que no es monolítico. ¿Quieren votos? Un hecho circunstancial los puede estar poniendo en el camino que los lleve a ellos.