Los efectos devastadores del Huracán Otis dan la oportunidad de apoyar a los más necesitados; la solidaridad es urgente y no admite excusas: Arquidiócesis de Xalapa.
Irineo Pérez Melo.- La Arquidiócesis de Xalapa consideró que el desastre natural causado por el Huracán Otis, dejando a muchos damnificados del puerto de Acapulco y la Costa Grande de Guerrero, es una invitación para que brindemos apoyo y que “tendamos la mano con hechos no con palabras”.
Lo anterior se desprende en el comunicado dominical emitido por la Oficina de Comunicación Social de esta asociación religiosa, en donde se destaca que siempre habrá oportunidades para demostrar el amor a Dios mediante la ayuda a los necesitados y las afectaciones ocasionada por el fenómeno meteorológico nos da la oportunidad de apoyar a los más necesitados.
En el documento, signado por el presbítero Juan Beristaín de los Santos, sostiene que la ayuda de todos los mexicanos es necesaria, pero la solidaridad de los bautizados es urgente y no admite excusas.
“El Papa Francisco nos recuerda y muestra, en su Exhortación Apostólica sobre El llamado a la santidad en el mundo actual, el criterio fundamental y verdadero del creyente en Cristo: “Gracias a Dios, a lo largo de la historia de la Iglesia quedó muy claro que lo que mide la perfección de las personas es su grado de caridad, no la cantidad de datos y conocimientos que acumulen”, recalcó.
Además, refiere que esta caridad es dada a cada cristiano por medio del Espíritu Santo para hacer creíble la fe de los creyentes.
“El creyente, al ser transformado por el amor de Cristo resucitado, debe buscar como tarea fundamental permanecer unido al Resucitado, para poder innovar y encontrar caminos que lo conduzcan a la plenitud de la vida mediante el servicio a los demás hasta convertirnos en una nueva sociedad más solidaria y fraterna”, añadió.
El Papa Francisco, en la ya mencionada exhortación, nos indica el primer paso para vivir una fe madura y responsable: “La primera de estas grandes notas es estar centrado firmemente en torno a Dios. Desde esta firmeza interior es posible aguantar, soportar contrariedades, los vaivenes de la vida, y también las agresiones de los demás, sus infidelidades y defectos”.
Estar firmes en el amor de Dios se traduce en un estilo de vida solidario, para generar una cultura del cuidado que muestre su fuerza y certeza en la ayuda y cuidado de los demás cuando están en desgracia, señala por último.