Arturo Reyes Isidoro
En medio de tanto ruido –críticas, descalificaciones, alertas, paros, temor– por la actuación del INE, la sobrerrepresentación que logró Morena en la Cámara de Diputados y la ya casi aprobación de las reformas que propuso Andrés Manuel López Obrador, que van a cambiar el país con muchos riesgos y por mucho tiempo, el sábado se escuchó una voz sensata: la de Manlio Fabio Beltrones.
Exgobernador de Sonora, exdirigente nacional del PRI, expresidente de las cámaras de Diputados y de Senadores, senador por tercera vez, el decano de todos ellos, declaró que confía en que los legisladores de oposición actúen con responsabilidad para no entregar sus escaños a la bancada de Morena, con el propósito de que no pueda tener mayoría calificada en el Senado (le faltan solo tres senadores, tres votos para ello), lo que frenaría la amenaza que se cierne sobre el país con las reformas de López Obrador.
Con toda la experiencia política y parlamentaria, seguramente consciente del enorme poder que tiene el presidente para sobornar a tres senadores a fin de que les den los tres votos que les faltan, declaró:
“No podría yo hacerle un llamado a nadie (para no dar sus votos al bloque oficialista), pero yo estoy con la esperanza de que tanto el grupo enormemente mayor como los otros grupos parlamentarios, que hacen la oposición, lleguen a un nivel adecuado y civilizado de diálogo que les permita tener acuerdos, no acuerdos caprichosos, sino acuerdos en beneficio del país”.
Acuerdos. Es la palabra clave. Ante la avalancha política guinda que ve inminente, ante los caprichos de Andrés Manuel, ve una salida en el diálogo civilizado para llegar a acuerdos. Creo que él no se opone a que se hagan cambios, porque nuestras leyes son perfectibles, pero que sean cambios para bien. En septiembre de 2012, hace 12 años, Manlio Fabio firmó una iniciativa para reducir, no desaparecer, el número de diputados plurinominales. Quería también un cambio.
Yo estoy en contra de las reformas que propuso López Obrador, como las propuso, y casi las veo inevitables, pero todavía guardo la esperanza de que la oposición se mantenga firme en el Senado y se oponga en bloque, no se dejen sobornar; en todo caso, como propone Beltrones, que dialoguen con el bloque mayoritario de Morena y acuerden, pero reformas sensatas.
El sábado, la escritora Irene Vallejo, una celebridad mundial en la actualidad a partir de su libro El infinito en un junco, publicó un artículo en el diario El País, que tituló “El don de la conversación”, en la que, entre otras cosas, apunta:
“Toda auténtica colaboración precisa conversación, esos diálogos donde, mientras jugamos –sin juzgarnos– con las ideas, forjamos alianzas. La acción colectiva gana fuerza cuando somos capaces de verbalizar nuestras debilidades y complejidades. Sin miedo, asumiendo el peligro, ya que al escuchar corremos el riesgo de que nos convenzan. De hecho, ‘conversar’ proviene del latín versare, ‘girar’.Se refiere a convivir, converger, pero también cambiar, darse la vuelta en compañía”.
Con esto otro: “Cuando la red digital nos atrapa en nichos de mercado, y el griterío político nos enclaustra en bandos enfrentados, la antigua invitación al diálogo mantiene viva la esperanza de abrir jaulas, serenar estridencias y construir encuentros. Tal vez más que nunca, de la conversación depende la conservación de la comunidad”.
El sábado también, el escritor Jorge Volpi publicó un artículo, “Autosabotaje”, en el diario Reforma, que alerta sobre si se cumplen los caprichos de López Obrador en los 35 días que le quedan en el poder.
Expuso que: “Nada necesita más el país, nada, que una reforma drástica de todo el sistema de justicia, no solo del Poder Judicial, que incluya a los ministerios públicos, las fiscalías, las policías y los peritos”, y apuntó que durante seis años, la 4T tuvo todas las posibilidades –la legitimidad– para emprender esta urgente tarea, una de sus mayores promesas de campaña, pero, ya sabemos, no lo hizo.
Sus dos últimos párrafos no tienen desperdicio y son una alerta a lo que nos espera si se aprueba la reforma al Poder Judicial.
“Y ahora, a un mes de abandonar la silla presidencial, (López Obrador) se apresta a cumplir su último capricho a sabiendas de la crisis política que le heredará a su sucesora: una reforma que, centrada en la elección por voto popular de los juzgadores, no solo no mejora en nada el sistema –no ayudará en nada a acabar con la impunidad– sino que creará un sinfín de problemas y conflictos adicionales, mermará todavía más la integridad e independencia de los jueces – y su profesionalismo– y a un costo elevadísimo. En resumen: una de las acciones más torpes, personalistas, autoritarias y absurdas tomadas por Presidente alguno, lo cual lo hermana con las peores medidas de López Portillo o Calderón. Un descarado sabotaje al llamado segundo piso de la 4T, encabezado por Claudia Sheinbaum, a quien le corresponderá dispararse en el pie una y otra vez durante su primer año de gobierno solo para satisfacer la vanidad y las ansias de venganza de López Obrador.
A veces, sometidas a una polarización extrema y a un puro juego emocional, las naciones son capaces de tomar las peores decisiones posibles y obrar en contra de sus propios intereses: el Brexit (en Inglaterra) es un caso paradigmático. México está a punto de cometer una locura semejante: volverá legal la militarización, ampliará el catálogo de la prisión preventiva oficiosa –un régimen teóricamente de izquierda se decantará por una medida de ultraderecha, propia de Bukele (el presidente de El Salvador)– y se embarcará en una procelosa y artificial reforma que debilitará aún más su pobre sistema de justicia. Y ya nada –ni siquiera el interés de la propia Sheinbaum– parece capaz de detenerla”.
Como referencia cabe mencionar que Volpi escribió el libro Una novela criminal, sobre el caso Israel Vallarta-Florence Cassez, en el que muestra lo entresijos del poder, las raíces más hondas de la corrupción y su alcance, así como los embotados mecanismos de la justicia” (citado de la reseña de la obra), para lo cual investigó y se adentró en el sistema de justicia en México, el cual conoce como pocos, por lo tanto sabe lo que dice.
Iniciamos, pues, una semana crucial, víspera de la instalación del nuevo Congreso de la Unión y de un domingo que puede resultar ominoso para el país y para los mexicanos no fanáticos de López Obrador, pues el futuro nuevo líder de la Cámara de Diputados, Ricardo Monreal, ya amenazó conque el 1º de septiembre podría votarse la reforma al Poder Judicial, una reforma que según el líder nacional de Morena, Mario Delgado, sería un “gran regalo” de despedida para el presidente.
Nunca como hoy cobra vigencia aquella intervención de Mario Vargas Llosa en el “Encuentro Vuelta: la experiencia de la libertad” a finales de agosto de 1990, cuando gobernaba el PRI, quien en televisión abierta dijo: “La dictadura perfecta no es la Cuba de Fidel Castro: es México, porque es una dictadura de tal modo camuflada que llega a parecer que no lo es, pero que de hecho tiene, si uno escarba, todas las características de una dictadura”. Morena, con su sobrerrepresentación en la Cámara de Diputados no solo la restablece, sino que la fortalece. Quienes queremos ejercer la libertad al costo que sea, tenemos que atenernos a las consecuencias.
Manuel Huerta no se despega del pueblo
A seis días de rendir protesta como nuevo senador de la república, Manuel Huerta tomó ya la decisión de no apoltronarse en la comodidad de su escaño en el Senado y no se despegará de su base en Xalapa para continuar atendiendo a los veracruzanos, para lo cual instala ya una casa de atención y gestión en pleno corazón del centro histórico de la capital del estado.
Quedará instalada en la Plazoleta del Carbón (El Árbol), en la calle Revolución 66, de fácil acceso, para que se facilite a todos llegar. Aunque todavía no la inaugurará formalmente, este lunes a las 9:30 de la mañana ofrecería ahí su conferencia de prensa de todos los inicios de semana.